20/5/11

15-M

Desde siempre corre el rumor o mejor dicho la idea de que existe una salida. Los que ya no creen no por eso están protegidos de volver a creer en conformidad con la noción que quiere mientras dura que aquí todo muere pero de una muerte tan gradual y para decirlo todo tan fluctuante que escaparía incluso a un visitante. Sobre la naturaleza de la salida y sobre su emplazamiento dos opiniones principales dividen sin oponerlos a todos los que siguen fieles a esa vieja creencia. Para unos sólo puede tratarse de un pasadizo oculto naciendo en uno de los túneles y llevando como dice el poeta a los asilos de la naturaleza. Los otros sueñan con una trampa disimulada en el centro del techo dando acceso a una chimenea en cuyo extremo brillarían todavía el sol y demás estrellas. Los cambios bruscos son frecuentes en ambas direcciones hasta tal punto que uno que hasta el momento sólo juraba por el túnel puede muy bien en el momento siguiente no jurar si no es por la trampa y un momento más tarde contradecirse nuevamente. Dicho esto no es menos cierto que de los dos partidos el primero pierde terreno en provecho del segundo. Pero de un modo tan lento y tan poco continuo y por supuesto con tan pocas repercusiones en el comportamiento de unos y otros que para percibirlo hay que estar en el secreto de los dioses. Este fluir está en la naturaleza lógica de las cosas. Ya que aquellos que creen en una salida accesible como lo sería a partir de un túnel e incluso sin soñar con apropiársela pueden ser tentados a descubrirla. Mientras que los partidarios de la trampa se ahorran ese demonio por el hecho de que el centro del techo está fuera de todo alcance. Por eso insensiblemente la salida se desplaza del túnel al techo antes de no haber existido nunca. Hasta aquí un primer vistazo de esta creencia en ella misma tan extraña y por la fidelidad que inspira a tantos corazones posesos. Su lucecita inútil será lo último en abandonarles tan ciertamente como que les espera la oscuridad.

(El despoblador, de Samuel Beckett; traducción de Félix de Azúa para Tusquets)

Con todo mi cariño a todos los que hacen la Revolución en las plazas y mi pesar porque finalmente todo se disolverá arrastrado por intereses personales o partidistas.

¡Pero lo que estáis haciendo es hermoso. Aún hay esperanza!

24 comentarios:

Javier Moreno dijo...

Soy escéptico. Creo que hay más interes por figurar y aparecer en televisión que por propiciar cambios. Tal y como está configurado el movimiento, será (paradójicamente) presa fácil de los partidos, más organizados y hábiles en eso de aprovechar la insatisfacción de la masa.

Portnoy dijo...

Completamente de acuerdo, Javier. De todas formas es admirable. Hay que recuperar la calle.

Anónimo dijo...

La única revolución posible es personal y consiste en adquirir algo de cultura mediante la lectura de libros inteligentes. ¿Estarían dispuestos los acampados a hacer la revolución de lanzar el móvil a la basura y dejar de ver el mundo a través de una pantalla o pantallita? ¿Estarían dispuestos a volver a desplazarse a pie entre las ciudades y pueblos, tal como viene haciendo la humanidad desde hace miles de años? ¿Son estos acampados los mismos que hacen cola frente a la tienda de Apple? ¿Conocen la autocrítica, o adoran la banalidad del twitter? ¿Por qué ningún político y/o acampado desprecia twitter? #hashtagunamierda #hashtagtumadre

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Sí, es posible que después todo se desvanezca entre intereses partidistas, es posible. Pero siempre queda algo, o mucho, de lo que ocurrió. La Historia nos demuestra que vamos paso a paso, pues bien, este es el momento de reivindicar un nuevo avance. ¿Será el mundo del color de rosas? ¡Por supuesto que no! Pero al menos estaremos mejor, y lo más importante: lo habremos intentado.

Saludos,
Juanma

Anónimo dijo...

Los políticos -sean del partido que sean- son vendedores de automóviles. Los acampados son vendedores de iphones4. No veo gran diferencia entre unos y otros.
La revolución se hace cada día. Callando cuando todos gritan por teléfono. Mirando a la gente mirar sus pantallas y pensando en los lamentables y tremendos síndromes de abstincencia tecnológica que se avecinan cuando la verdadera revolución de la miseria llegue y que llenarán las ciudades de zombies desconectados. La revolución se hace cada día. Caminando despacio mientras te cruzas con una inmensa movilización que insiste en sudar la grasa ingerida corriendo (ocaminandodeprisa, que es otra modalidad) con cables colgando de las orejas. Leyendo cuatro horas diarias cuando la media de españoles dedican esas horas a mirar la tele. No teniendo en propiedad ni casa, ni coche, ni créditos o hipotecas de las que quejarse tras haber firmado sin pistola en el cogote. Pasando por delante de tiendas sin tener ganas de comprar nada.
Y tal vez entonces, en verano, si se desea, acamparemos en bellos campos de acampada para acampadores y acampadoras canadienses. Sin Mubarak ni #spanishrevolution, naturalmente.

La revolución es limpiarle el culo a tu abuela.

Anónimo dijo...

Cualquier comentario escéptico con este movimiento me parece poco inteligente; así es como estas cosas acaban en nada.

Anónimo dijo...

Aunque sí es obvio (a aquí aludo al interesante comentario del Anónimo), que no sólo han de cambiar los poderosos, la gente de a pie también deberá ser cada vez menos superficial, pija y materialista para que haya un cambio real y profundo...

Crom dijo...

Otro comentario escéptico poco inteligente:
"Así se explica y define el absurdo estado de ánimo que esas masas revelan: no les preocupa más que su bienestar, y al mismo tiempo son insolidarias de las causas de ese bienestar. Como no ven en las ventajas de la civilización un invento y construcción prodigiosos que sólo con grandes esfuerzos y cautelas se puede sostener, creen que su papel se reduce a exigirlas perentoriamente, cual si fuesen derechos nativos. En los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan, y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías. Esto puede servir como símbolo del comportamiento que, en más vastas y sutiles proporciones, usan las masas actuales frente a la civilización que las nutre".
Y es que Ortega y Gasset era un poco lelo.

Anónimo dijo...

Sacar un cita fuera de contexto sí que podría ser de lelo... Estas movilizaciones son completamente pacificas, y demandan derechos coherentes y básicos. No hay más.

Crom dijo...

La cita pertenece a "La rebelión de las masas". Creo que es apropiada porque describe al hombre predominante en 1929 que es, creo yo, también el que se manifiesta hoy en día. No es cuestión de derechas ni de izquierdas, o de buenos y malos, si no de personas que se esfuerzan por comprender el mundo y aquellos que se limitan a exigir sin comprender (el hombre-masa de 1929).
Mi comentario no contiene insultos, sólo evidencia que pueden existir otras opiniones perfectamente razonadas, como la de Anónimo (cuyas conclusiones no comparto) pero al que insultaste. Por eso, y por la afrenta recibida, me permito culturizarle con una nueva cita (del mismo libro porque no soy tan leído):
"Idear, opinar, es una y misma cosa con apelar a tal instancia, supeditarse a ella, aceptar su Código y su sentencia, creer, por tanto, que la forma superior de la convivencia es el diálogo en que se discuten las razones de nuestras ideas. Pero el hombre-masa se sentiría perdido si aceptase la discusión, e instintivamente repudia la obligación de acatar esa instancia suprema que se halla fuera de él."
Ojalá de todo esto salga algo, pero soy escéptico, y por supuesto, podría ser que lelo.

Anónimo dijo...

Creo que le das demasiadas vueltas a la tortilla. Es simple: ¿prefieres una sociedad apática ante el control de los mercados y el capitalismo, o una que salga a la calle y muestre su descontento pacificamente?, o, ¿hay otra forma de expresarse y espolear a la gente para un cambio?
(Y no es que yo haya tenido nunca fe en la manifestaciones, excepto en este caso).
Ya sabemos que todo es imperfecto y que nada es blanco o negro (hay muchos niveles de hipocresía, etc). Pero si crees que hay otra forma en que el pueblo pueda hacerse ver en este sistema, todos te escuchamos.

PD: Yo también leí ese libro hace la tira, pero dadas la circunstancias actuales hay que intentar analizar las cosas por uno mismo.

Anónimo dijo...

La actualidad no puede ser primera piedra de nada. La respuesta sólo es una: la educación.
Es posible darle un margen de confianza a cualquier persona, acampada o no: pongamos unos sesenta años. Pero no creo que una vida baste para nada. Hay que pensar sabiendo de donde venimos: de unos cuantos siglos atrás. Pero la actualidad hace que cierta gente pueda llegar a pensar que estamos más avanzados que los que inventaron la rueda. A mi me indigna el enorme desprecio hacia el pasado, el no saber que uno es portador de un saber y de una ignorancia acumulados. ¿Para qué limitarse a una fecha ridícula como el 15-M pudiendo pensar entre los cojines de plumas que unen el día de hoy a los siglos pasados?

Anónimo dijo...

¿Cómo van a cambiar algo quienes tiene que cambiar de teléfono cada dos o tres años?

Portnoy dijo...

Creo que lo más importante de esto es el hecho de que haya sucedido. Soy escéptico en cuanto a los posibles resultados o a los posibles destinos de este movimiento. Seguramente decepciones. Pero ha ocurrido y eso debe hacernos pensar, a quienes esperábamos algo así hace tiempo y a aquellos que pensaban que nunca pasaría (y no les gusta que haya ocurrido)

Portnoy dijo...

Ah, perdón, muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

"Ya que no podemos cambiar el mundo, cambiemos de conversación"
El terremoto de Lisboa marcó un antes y un después. Cambió muchas cosas, y ya nada es como antes. Fue el 1-N de 1755. Como escribió Theodor Adorno, "el terremoto de Lisboa fue suficiente para curar a Voltaire de la teodicea de Leibniz".

Saludos, Portnoy.

Portnoy dijo...

Lo que ocurre es que no suelo intercambiar opiniones con anónimos.
Pero los hechos cuentan, aunque algunos anónimos no quieran apreciarlos.

Quefuedelcojomanteca dijo...

A mí lo que me parece poco inteligente es no ser escéptico, visto lo visto... Escéptico en general, y escéptico en particular con este movimiento twitero. No son tantos, no proponen nada ni remotamente concreto, y lo poco concreto que proponen es absurdo. Es evidente que esto acabará en un bluff.

El problema es la educación: este es un movimiento político a la altura de la educación que han recibido sus impulsores. Así les va; así nos va.

La clave de este asunto la da una imagen: la del chino que, en la acampada de la Puerta del Sol, vendía bebidas a los manifestantes. Como decía Vicente Verdú en su columna del viernes, quien tenga ojos que vea...

Anónimo dijo...

Gracias por intercambiar su opinión conmigo, entonces. El anonimato es un gran tema, infinito, esencial en el ser humano, según me parece. Sin embargo es un hecho que en mi casa me reconocen e identifican. Cuando hay luz. De noche todo es más confuso. Pero también soy capaz de entender opiniones contrarias a la mía y no tengo nada en contra de la proliferación de teléfonos con cámara fotografica incorporada. Hoy mismo en un periódico digital había escrito este reclamo: Manda tu #fotoindignado. Se trata de hacer fotos, creo. De personas vivas, supongo. Los inmigrantes callan. Y algunos, en los colmados, trabajan todos los domingos del año. No creo que estén acampados. Claro que no nacieron con un pan bajo el brazo. Pero creo que me confundo con los de Lampedusa, donde todo cambia para que nada cambie. Lo ha visto todo el mundo. Le llamó mono, mono. ¿O fue mucho morro? Y en Lorca cayó una campana y derriban pisos en directo por la tele. Lo he visto en un periódico. Creo que el 15-M será recordado como el día en que los españoles empezaron a hacer caer la monarquía. No a la guerra. Aunque Franco murió en la cama. Es todo muy complicado, también para DSK en Nueva York. Su mujer era periodista. La mujer del futuro candidato socialista.

Daniel Quinn dijo...

Me parece tremendamente injusto criticar a la gente del 15-M o ironizar sobre ellos. La gente que está en las plazas está realmente concienciada y está actuando de una manera ejemplar. Esto está requiriendo un gran esfuerzo a mucha gente, y ese esfuerzo solo está alimentado por una conciencia común. Lo fácil y cómodo es declararse escéptico (no hablo de serlo, porque en el fondo, de alguna manera, todos lo somos), porque eso suele ser una buena excusa para no hacer nada; poner como ejemplo lo que uno ya hace también dice mucho de lo que se está dispuesto a aportar, y acompañarlo de juicios de valor ya es el colmo para situarse en otra esfera moral.

A mí me encanta leer a Pynchon, pero eso no me hace más comprometido ni mejor persona que alguien que no sabe quién es. (Y siento decir obviedades). Mucho menos me da derecho a enjuiciar a gente que está poniendo mucho de su parte sin ningún tipo de egoísmo. No hay más que darse una vuelta por las plazas.

Siento si me muestro más agresivo de lo habitual, pero se está frivolizando demasiado desde ciertos púlpitos, que todos sabemos cuáles son.

Aunque todo esto no sirviera para nada, el hecho de que pase ya es un motivo de orgullo colectivo.

Un saludo.

Portnoy dijo...

Un par de puntualizaciones. Creo que se están confundiendo conceptos y se están denostando algunas herramientas de comunicación. El problema no es que no hayan propuestas o las que hayan sean absurdas. El problema es que hay demasiadas propuestas contra un sistema injusto que se está autofagocitando (el capitalismo es como un fraude piramidal y no tiene futuro).
Las personas, los ciudadanos, estamos hartos y este movimiento ha sido ejemplar en cuanto ha sabido canalizar la rabia de la gente, ha plantado cara a las instituciones y ha hecho tambalear al edificio anquilosado del bipartidismo sometido a los intereses económicos.
La democracia española es cualquier cosa menos política. No hay ideología, no hay ideas, no hay nada más que la alternancia en el poder de una única forma de gobernar.
Y eso es indignante. Y eso tenía que explotar por algún lado y lo ha hecho de la forma más pacífica y dialogante posible.
Hasta ahí bien.

Soy partidario de la Asamblea. Pero también es cierto que entiendo que la Asamblea como aglutinadora de ideas, propuestas y soluciones funciona a nivel local y que en ámbitos cada vez más amplios pierde su fuerza en comisiones y plenarias. En ese sentido soy escéptico.
Pero también estoy muy ilusionado por lo que ha ocurrido estos días. Es posible dar una patada en el culo a los (autodenominados) políticos de vez en cuando. No desaprovechemos la ocasión.
Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios

Anónimo dijo...

No veo gran diferencia entre este orgullo colectivo y el de la victoria futbolera. Invitan a huir.
Porque unos cuantos consideren que no se ha hecho nada hasta ahora no les da derecho a considerarse el motor del cambio. Lo mejor que podrían hacer quienes critican a los banqueros es plegar los toldos, llevar los sofás al desguace y acudir de inmediato a su entidad bancaria para sacar de ella lo mucho o poco que tengan depositado. No me creo otra acción que esa, como tampoco me conmueven los perroflautas (ya vi a alguno pagar con una visa oro en un supermercado). No cuela ver trabajar a inmigrantes en puestos de trabajo que sólo ellos hacen y ver a indignados de puente o acueducto quejarse del vuelo que no sale y del sueldo de los controladores aéreos. Si a los indignados de las plazas mañana les ofrecieran un piso gratis si se van a casa, ¿cuántos quedarían bajo el toldo? Con todo el respeto para los escasos muertos de Lorca, ¿cuántos vivos han deseado que les cambien las grietas por un piso nuevo gratis? Hoy me caen simpáticos todos los que han votado. Hay personas entre los acampados que no entienden a los que votan al PP o al PSOE. No estaría mal que los que hoy agitaban banderitas en la calle Génova y que tampoco entienden a algunos de los acampados, fueran a fraternizar con los de la Plaza del Sol. La estupidez no es patrimonio de ningún colectivo ni de ninguna persona en especial. En Barcelona los acampados podrían quedarse ahí hasta lo de Wembley, y si hay suerte, compartir indignación con alegría o pena y pantalla gigante. Por mi parte, yo me quedaré en casa, recordando las hamburguesas yugoslavas de la Fiesta del Trabajo, que tampoco estaban tan mal y nadie le hacía fotos a nadie.

Anónimo dijo...

En fin, como siempre, retiro todo lo dicho, no podría ser de otro manera, pues está escrito con la misma impaciencia de un indignado cualquiera. Y además, son tonterías. Ustedes disculpen la verborrea.
Lo que sí me viene a la cabeza desde hace una media horita y tras tanta indignación e indignidad es un excelente artículo de Enrique Vila-Matas llamado muy certeramente "La ficción de la dignidad". Es un texto muy bueno cuya relectura recomiendo a quien quiera disfrutarlo una vez más.

Saludos y buenas lecturas a todos.
Les desea, de forma anónima,

´´ dijo...

Esto es un tema de largo recorrido, hay que trabajar en serio, las manifestaciones son algo simbólico pero luego hay que volver a casa y organizarse, hacer estudios, tener profesionales que lleven los temas, discutir, hacer debates con datos, sumar población...... trabajar, trabajar sin cobrar, y tener capital humano valido , ingenieros, informáticos, abogados, filósofos ….. Detrás tiene que existir un pensamiento riguroso, capaz de hacer debates complejos, si alguien quiere un mundo mejor lo tiene que fabricar no saldrá por pedirlo, y por ultimo mucha paciencia, años de trabajo para cambiar las cosas poco a poco. Esto es como yo lo veo, los cambios se hacen de una forma costosa y lo más frecuente es que los disfruten generaciones posteriores, apuntarse a eso es más complicado que apuntarse a una manifestación, pero la ilusión de la gente que va a manifestaciones cívicas es una ilusión sana y positiva, aunque cuando veo mucha gente junta siempre pienso en la canción de Brassens, LE PLURIEL, pero eso ya son cosas mías.