21/4/11

Thomas Pynchon meets Terry Pratchett

Hago una pausa en la lectura de Contraluz para leer ansiosamente la última novela publicada aquí de Terry Pratchett, Going Postal, traducida por Javier Calvo, con el título Cartas en el asunto. Soy un adicto… y no pienso dejarlo.
Terry Pratchett representa una tradición literaria británica que no tiene igual en nuestro idioma… no sé, tal vez nosotros (españoles) consideramos el humor como una herramienta basta que no debe inmiscuirse en la (pretendida) alta literatura… en Il Casanova de Fellini se nos mostraba como unos hieráticos casi-cadavéricos seres vestidos de negro… el humor debe reservarse a los entremeses, a los vodeviles, a la revista-de-varietés… cómo sea… somos demasiado serios y por eso no somos capaces de ubicar en un panorama literario con un criterio amplio a Lewis Carroll, o a ciertas obras de Oscar Wilde, o preferimos la pomposidad de Retorno a Brisdeshead a la ironía de ¡Noticia bomba! de Waugh, o menoscabamos a Saki, Wodehouse o Sharpe (poniéndolos en un división literaria inferior) o calificamos de narradores infantiles a Dahl o Pratchett.
Acabemos con los prejuicios.
Pero, claro, dicen por ahí que en las novelas de Sir Terence David John Pratchett, OBE, salen brujas y magos y enanos y trolls y vampiros y licántropos y dioses y perros que hablan y máquinas cuánticas… eso no es serio.
(Cervantes escribió sobre perros que hablan, Auster cedió el papel de narrador a un perro, en las novelas de Pynchon aparecen perros que hablan… ah, pero ellos “son serios”)
La narrativa de Pratchett se basa principalmente en la parodia del mundo y la sociedad, de tal forma que, a causa de la enormidad de la tarea, no tuvo más remedio que crear un planeta ficticio, Mundodisco, que actúa como espejo del nuestro. Allí nuestra sociedad es analizada y ridiculizada, se pone en tela de juicio todas nuestras falsas creencias y las (falsas también) necesidades que impone nuestra sociedad de consumo. Y lo hace aprovechando toda esa gran tradición humorística británica. Hay ecos de Carroll en sus novelas y también de Monty Python, pero esos ecos se han convertido con el paso de los años en un estilo muy personal, reconocible por sus lectores que, como yo, se convierten en auténticos adictos a sus novelas.
Mundodisco es más que un lugar imaginario. Es un estilo de contar las cosas.

Terry Pratchett padece alzheimer. Me cuentan que apenas puede escribir, que usa un programa de reconocimiento de voz para redactar sus textos… los que serán sus últimos textos… la gran tortuga A’Tuin seguirá su camino en el espacio y no recibiremos más noticias de ella.

De una entrevista de Michel Lohr a Terry Pratchett:

ML: Su serie Mundodisco empezó en la década de 1980, y en ese tiempo era más que nada una parodia o una burla de las obras de fantasía heroica; una ambientación pseudomedieval con magos, bárbaros, etc. Pero a través de los años, a medida que su estilo se desarrollaba y ganaba sofisticación, empezó a satirizar todo, desde la religión hasta Hollywood, las fechas patrias y el complejo militar-industrial. ¿Cómo ha cambiado y evolucionado Mundodisco en estos años?
TP: Eh... ¿No tendría que preguntarle a un lector? Yo creo que sólo estoy escribiendo mejor.
ML: En realidad, esta pregunta fue enviada por uno de sus fans. El caballero que la envió jura que leyó todos sus libros dos veces, una del derecho y otra colgado de cabeza, suspendido de botas antigravedad que brillan en la oscuridad.

An Interview with Terry Pratchett © 2006 Michael Lohr
Traducción de María del Pilar Jorge y Andrés Diplotti. Leer completa en Axxon


Pues la opinión de un lector (fervoroso) es que tanto la pregunta como la respuesta son rigurosamente ciertas. La parodia de Pratchett cada vez alcanza cotas más altas y él cada vez escribe mejor. Y en toda esa gran sátira de nuestra sociedad brilla especialmente un profundo sentimiento de admiración por la capacidad de las personas de seguir adelante en una sociedad adversa que anula al individuo.

Entonces acabo de leer Cartas en el asunto y continúo con Contraluz. Cuando llevo diez páginas me doy cuenta que NO estoy leyendo a Pratchett pero que leer a Pynchon es como leer a Pratchett.
T.P. se encuentra con T.P.

Copio de la wikipedia : “El rasgo más distintivo de (la obra de Pynchon) es su extrema dificultad y complejidad estilística y estructural (…). Sus temas habituales son la entropía, la paranoia, el signo apocalíptico y decadente de la historia reciente, la desintegración del lenguaje, la ruptura de los sistemas en que vive encerrado el individuo, el sentido de la ciencia, el militarismo y el poder de los Estados, el control de las libertades, la manipulación de la tecnología, la ausencia de significado que preside nuestras vidas, inmersas en el caos”.

Todo lo dicho para los temas de Pynchon puede ser aplicado a los de Pratchett. Pero no acaban ahí las similitudes: Pynchon trabajó para Boeing, Pratchett era relaciones públicas de una central nuclear. Ambos tenían formación técnica y la han empleado en sus narraciones. Pynchon y Pratchett tuvieron relación con un (¿el mismo?) perro que simulaba no hablar en presencia de humanos y lo incorporaron a sus historias. Ambos emplean el humor, aunque de manera distinta, como parte de una tradición (Pratchett) o como forma de irritar al lector (Pynchon)
Hay un lema recurrente en Pratchett: “No hacer nada de magia era la principal tarea de los magos: no “no hacer magia” porque no pudieran sino no hacerla pudiendo. Cualquier tonto ignorante podía ser incapaz de convertir a alguien en rana. Pero había que ser listo para contenerse y no hacerlo cuando sabías lo fácil que era

Extrapolando esa lema al campo narrativo podríamos decir que Pratchett es un mago que sabe que lo más conveniente es no hacer magia, presentarnos una narración lineal y limpia en la que sus personajes y sus observaciones sobre nuestro modo de vida, entre el absurdo y lo ridículo, se convierten en los absolutos protagonistas de la función.
Pero eso dejaría a Pynchon en el lado opuesto del lema. Que nadie diga que aquí, ni a Pynchon ni a nadie, se le ha llamado “tonto ignorante”. Existe en todas las novelas de Pratchett una serie de personajes cuya principal característica es la astucia, el engaño, la picardía. Pynchon, con su “complejidad estilística y estructural”, podría equiparse, por ejemplo, a Y-voy-a-la-ruina Escurridizo, un vendedor callejero de salchichas de dudoso origen y sabor ambiguo, que no solo es sorprendente por lograr venderte una salchicha, sino porque es capaz de venderte una segunda salchicha.

Esta comparación de los dos T.P. es un absurdo en sí mismo. La satisfacción como lector de uno de ellos es independiente del otro, incluso puede llegar a darse el caso (mi caso) de que se encuentre satisfacción leyendo a cada uno de los T.P., ignorando la supuesta oposición entre popularidad e intelectualidad. Y tal vez ese sea el problema con Terry Pratchett: es demasiado popular para ser tenido en cuenta por los medios literarios. Los “serios”, claro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah, con los medios: cómo será la cosa que se ha llegado, y se piensa aún, que los medios son la realidad. Es decir, que si no los escuchas, si no te relacionas con ellos, no eres de este mundo.
Y para terminar, o continura, como se vea, en física hay algo que se llama realismo dependiente del modelo. Entonces, ¿qué medio para qué modelo?

Lula dijo...

Uf-uf-ufff....

GRAN POST!
Eso de mezclar siempre da resultados sorprendentes, aunque no sean licores de alta graduación :D

Concrepo totalmente con el acomplejamiento de la literatura nacional respecto el humor, supongo que nos falta el poso histórico que los anglosajones tienen. ¿Podría ser por la condición 'setentrional'?

Soy una devota de Dahl, y también me encantan Saki, Carroll, Wilde....
De Pratchett he leído algunos pero no puedo considerarme una incondicional... soy extremadamente lenta leyendo y cuando lo descubrí tenía ya una producción tan extensa que ni en mis mejores sueños podría pensar en ponerme al día.

De todas maneras creo que el Mundodisco y sus personajes son ya un referente para las personas humanas como lo puede ser el mundo Tolkien (de eso confieso que no he leído nada, ni visto pelis, ni siento premura en hacerlo).


¿La obra no es lo que es, sino lo que los demás dicen que és? Bueno, eso puede servirle a parte de la población, Moccia es super ventas.
El problema no es de Pratchett, es de los demás.

Besooootes y disculpa las referencias....

Portnoy dijo...

Todo es empezar, Lula. Podrías ponerte a ello empezando con ¡Guardias, guardias! y luego dejar que los personajes te atrapen.
Pratchett no es indispensable, pero sí es muy divertido. O es indispensablemente divertido.
Tengo que investigar eso del "realismo dependiente del modelo", Mal. Me parece muy interesante.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.