19/1/11

Punto omega, de Don DeLillo (VIII)

Elster había sido lo que el narrador denomina “un intelectual de defensa”, trabajando para militares y estrategas, para “suministrarles palabras y significados”, creando realidades con las que no coincidía ningún mapa, “creando entes más allá de los límites pactados del reconocimiento y la interpretación”. Sigue Elster: “Mentir es necesario. El Estado tiene que mentir. No hay mentira en la guerra ni en la preparación de la guerra que no pueda defenderse (…) Yo quería una guerra haiku. Una guerra en tres versos. No era cuestión de niveles de fuerza ni logística. Lo que yo quería era un conjunto de ideas vinculadas a cosas necesarias”. Elster quería una guerra, pero “en aquellas salas de conferencias, con aquellos hombres, todo eran prioridades, estadísticas, evaluaciones, racionalizaciones”.
Un ensayo en el que analizaba exhaustivamente los significados y los contextos de la palabra Rendition, sin mencionar el crimen ni la culpa, le abrió las puertas de la defensa, “una persona de su rango interdisciplinario, un hombre de prestigio que fuera capaz de refrescar el diálogo, de ensanchar el punto de vista
Un oxímoron.
Un hombre fundiéndose con la guerra. Un hombre que aún cree en lo justo de la guerra, de su guerra”, aleccionando a militares sobre el fluir evolucionando hacia una supraconsciencia cósmica.
La dualidad de Elster le convierte en Norman Bates.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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diana moreno dijo...

estupendo blog
saludos!