4/6/06

La lección de anatomía, de Philip Roth

Hay cierta voluptuosidad en el dolor de muelas. Yo he sufrido ese dolor durante todo un mes, y sé lo que me digo. En estos casos no nos enfurecemos en silencio: gemimos. Pero estos gemido carecen de franqueza: hay en ellos cierta malignidad. Y ahí está precisamente el quid de la cuestión. Esos gemidos expresan la voluptuosidad del que sufre: si el enfermo no experimentara cierto placer al quejarse, dejaría de hacerlo.

Fiodor Dostoievski, Memorias del subsuelo.


No es casual empezar a hablar de La lección de anatomía, (1983), de Philip Roth, otra desmedida andanza de Nathan Zuckerman, con esta cita de Dostoievski. La lección de anatomía trata sobre el dolor pero, como toda obra que intente hablar sobre él, habla únicamente sobre la forma que tiene el paciente de exteriorizar ante los demás ese dolor.
Y no es casual la cita porque La lección de anatomía son las particulares Memorias del subsuelo de Zuckerman. De todas maneras el paralelismo se limita a una serie de circunstancias banales: la enfermedad, que paraliza a Zuckerman, como tema principal (“Soy un hombre enfermo... Soy un hombre rabioso (...) Y si no deseo curarme es por rabia”. Dostoievski op. Cit.); la humillación y la venganza como tema secundario (“Puesto que a mí me humillaron, también quería yo humillar a alguien” Dostoievski op. Cit.) y la relación de Zuckerman con las mujeres, para lo cual Roth quintuplica a la anodina Liza de Memorias del subsuelo, creando lo que el personaje de Roth llama “el harén de Zuckerman”. Y todo esto sin olvidar lo temas recurrentes de las novelas de Roth protagonizadas por su alter-ego. Destaquemos el sentido del humor que plantea situaciones llevadas al extremo como el episodio psicótico de Zuckerman provocado por las drogas y los medicamentos (¿hay diferencia?) y el egoísmo misógino del personaje que unido a sus paranoias prefigura en cierta manera al Mike Sabbath que protagonizaría años más tarde otra novela de Roth.
Pero, sobre todo, la indistinción entre realidad y ficción.

(Zuckerman), cuando no estaba dedicándose al cultivo de Zuckermans hipotéticos, no poseía de hecho mejor capacidad para descifrar el sentido de su existencia que una boca de incendios para descifrar la suya. Pero, una de dos, o ya no quedaba existencia que descifrar, o estaba sin la suficiente capacidad imaginativa para convertir en ficción de aparente exposición de sí mismo aquello en que la existencia se había convertido. Ya no le quedaba ninguna capa de retórica con que cubrirse: estaba atado y amordazado por la cruda realidad, sin poderse despegar de su meollo no hipotético. Ya no podía pretender que era algún otro, y había dejado de existir en cuanto caldo de cultivo para sus libros.


Appel, “enemigo” crítico hablando sobre Zuckerman:

Y sí, ya sé que hay diferencia entre autor y personajes; pero también sé que una persona seria no debería empeñarse en hacernos creer que la diferencia es tan grande como se la describe a sus alumnos.

Un amigo de Zuckerman le dice:
En general, tus libros transmiten más sensación de realidad que tu persona.(...) Le dije a Gina: “apostaría a que ese tío nunca pierde los estribos más que en sus best-sellers”

O bien:
La vida y el arte son cosas distintas, pensó Zuckerman: no hay nada que esté más claro. Y, no obstante, la diferencia resulta dificilísima de aprehender. El hecho de que escribir sea un acto de la imaginación es algo que parece dejar perplejo y encolerizar a todo el mundo.

(...)

Lo malo no está en que todo tenga que ser un libro, sino en que todo pueda ser un libro y nada puntúe en la vida mientras no sea libro.


La dicotomía autor-personaje, que alcanzará su máximo grado en The Facts, aparece de nuevo en La lección de anatomía mostrándonos lo frágil y ambiguo de su separación. Cierto, hay que separar realidad y ficción, pero “una persona seria no debería empeñarse en hacernos creer que la diferencia es tan grande como se la describe a sus alumnos”. En última instancia el escritor sólo puede hablar de lo que conoce, aunque eso sea ininteligible para el lector. Y eso es precisamente lo que ocurre cuando intentamos hablar del dolor. Dostoievski lo sabía, Roth lo sabe, el dolor no puede compartirse:

Todo el mundo pretende hacer interesante el dolor: primero, las religiones, luego los poetas, luego, no nos olvidemos de ellos, incluso los médicos, interviniendo con su obsesión psicosomática. Todo el mundo quiere darle significado. ¿Qué significa este dolor? ¿Qué está usted ocultando? ¿Qué está exhibiendo? ¿Qué está traicionando? Es imposible limitarse a sufrir el dolor, también hay que sufrir su significado. Pero el caso es que no es interesante, ni tiene significado: es lisa y llanamente dolor, estúpido dolor, lo contrario de interesante, y nada, nada hay en él de valor, a no ser que el sujeto esté loco desde el principio.

Philip Roth, La lección de anatomía.


Según esto Zuckerman sufre un dolor, simple y llanamente, mientras que el narrador innominado de Memorias del subsuelo está loco desde el principio. Sin embargo, el tema de la mayoría de las conversaciones triviales, una vez superadas las cortesías y la preocupación por el tiempo meteorológico, es el dolor y las enfermedades. Parece como si estuviéramos condicionados ancestralmente a buscar la empatía del extraño narrando nuestros dolores, imponiendo nuestros dolores a los de los demás.
Nabokov estaba muy equivocado cuando dijo que la literatura se inició el día en que el pastor anunció falsamente la llegada del lobo. La literatura apareció el día en que contábamos en la caverna el dolor que casi nos mata.

Por último está el tema de la redención... pero ¿hay redención para Zuckerman?




[Los fragmentos de La lección de anatomía de Philip Roth de la traducción de Ramón Buenaventura. Los fragmentos de Memorias del subsuelo de Fiódor Dostoievski de la traducción de Bela Martinova ]

3 comentarios:

El Miope Muñoz dijo...

Zuckerman, Zuckerman... pero por cierto Portnoy ¿sabe algo de la segunda andanza de Dave Kepesh?

¡Un saludo!

Sergio B. Landrove dijo...

Sr Portnoy, descubro con alegría que la nueva dirección de la revista literaria (española) Quimera inaugura una sección sobre la blogosfera y el primer artículo se lo dedica a este Lamento que tanto disfruto leyendo.

Un saludo y espero ser el mensajero de tan buena noticia.

Abrazos.

Portnoy dijo...

Gracias Landrove,por la visita y por el comentario. Ya sabía lo de Quimera... lo que no sabía era que es la primera reseña sobre blogs.
Saludos