10/5/06

Submundo, de Don DeLillo

“(...) y seguir su rastro a lo largo del submundo de túneles que conforman sus raíces ancestrales”

Pregunta: ¿Fue laboriosa la gestación de “ Submundo”?
Respuesta: Inicialmente, me propuse escribir un relato sobre un determinado partido de béisbol que tuvo unas connotaciones muy especiales, pero enseguida descubrí lo mucho que se ocultaba tras aquella historia.

P: ¿Qué sentido le da al término "contrahistoria" en el contexto de esa novela?
R: Uno de los grandes temas de Submundo es la noción de conflicto. En un sentido primario, se trata de la guerra fría, que ocupa una buena parte de la novela, pero además del conflicto histórico, están las consecuencias de la guerra fría y cómo afectó a la gente en su manera de sentir y de pensar. La gente tuvo que seguir viviendo a través de aquella crisis histórica. El partido de béisbol que abre la novela es una forma de contrahistoria, en el sentido que le doy al término. La gente de a pie debe vivir a contramano de la Historia, trascendiéndola, protegiéndose de ella.

Entrevista con Don DeLillo, Eduardo Lago, Babelia



Según lo explica DeLillo y según aparece en su novela el concepto de contrahistoria sería aplicable a toda novela en el que los hechos narrados estén supeditados a acontecimientos reales. Los Miserables de Hugo o El rojo y el negro de Stendhal seguirían el mismo criterio de contrahistoria a la que hace referencia DeLillo. Así que mejor olvidemos el concepto que no es más que una intelectualización que viene a justificar, lo cual es posible que encierre cierto sentido de culpa por traicionar a la vanguardia literaria, el carácter de narración clásica de Submundo.
Es importante la confesión de que originalmente Submundo era un relato corto sobre un partido de béisbol. Esa parte de la novela, titulada El triunfo de la muerte, es sencillamente magistral. Prolongar durante setecientas páginas el clímax logrado en las primeras cincuenta, me parece sencillamente imposible. Y lo es debido a la urgencia que parece empujar a los escritores estadounidenses a la desmesura narrativa, a la búsqueda de lo que ellos llaman “gran novela americana”
Como relato breve El triunfo de la muerte es perfecto. Como inicio de una narración en la que apenas nada de lo contado en esa primera parte tiene especial relevancia (simplemente histórica o contrahistórica, vaya usted a saber) en el resto, El triunfo de la muerte queda diluido. Lo mismo ocurre con otra de las partes, Arreglo en gris y negro, que narra hechos ocurridos en 1951 y 1952, que se apoya también en otra obra de Bruegel, Juegos de niños, que por su construcción, su temática y, me atrevería a decir, por su sinceridad autobiográfica, es junto al relato que abre el libro, lo más destacable de la novela.

Personajes estereotipados, tramas carentes de interés, conversaciones repetitivas, falta de objetivos, temas abandonados incomprensiblemente, diálogos excesivamente cinematográficos... en fin, es bastante posible que Submundo sea una novela estadounidense con lo que eso supone de excluyente para quien no lo es... es bastante posible que mi aburrimiento leyéndola se deba a que no he sabido entenderla, quizás porque la guerra fría me queda muy lejos, quizás porque no entiendo porque para explicar el sentimiento de esa población que conforma o sufre la “contrahistoria” de la guerra fría uno deba tragarse las interminables transcripciones de los espectáculos de Lenny Bruce, por ejemplo.

Resumiendo, Submundo tiene un par de buenos e interesantes relatos sumergidos en un grandilocuente exceso de vacuidad.


Juegos de niños

El triunfo de la muerte

25 comentarios:

Anónimo dijo...

Es de mis lecturas pendientes: de hecho tengo el libro ahí, pero siempre me ha intimidado la cantidad de páginas... ya le echaré el diente un día de estos.
Muchos saludos.

Anónimo dijo...

Esperemos que la búsqueda de la "gran novela americana" concluya pronto. No entiendo el porqué de un mamotreto de setecientas páginas cuando la historia sólo necesita la mitad. Para mí es uno de los defectos que no soporto en una novela.

Javier Moreno dijo...

De acuerdo en todo. El exceso de Underworld desgasta y una lectura medianamente placentera requiere, en mi opinión, una estancia larga en EEUU que permita apreciar las pistas y bromas culturales que De Lillo regala.

A mí me gusta mucho el capítulo alrededor del asesino y también me gusta la discusión recurrente sobre la bola de beisbol. Me gustan muchos personajes, pero los giros me cansaron terriblemente, le perdí la pista a casi todos. Al final me resigné a continuar leyendo perdido entre la maraña, pensando que tal vez el propósito del autor era ese.

Unknown dijo...

Resulta extraño y paradójico que, después de escribir acerca de la dificultad de encontrar novelas de triesgo y blablabla, escribas de 'Submundo' desde una perspectiva que nada tiene que ver con el placer estético y sí con la 'historia' que se pretende narrar que, aparentemente, no ha rsultado de tu interés. Es sorprendente que, después de tanto escepticismo acerca del futuro de la narrativa, analices 'Submundo' desde la superficialidad de lector que no busca un plano estético subyacente sino que pretende seguir la 'historia'. Eso de que la primera parte del libro desconecta con el resto del libro es inexacto. De hecho, sin esa parte, es completamente incomprensible que esa pelota tenga un significado profundo, tenga un sentido para el último poseedor. 'Submundo' es una novela acerca de estados de ánimo, ese 'todo está relacionado' que ocupó la mente de los estadounidenses durante más de 40 años y su lectura, más allá de la trama (historia o contrahistoria) es un enorme placer estético e intelectual. El mismo que supone enfrentarse a la obra de Pollock o a una película de Sokurov.

Portnoy dijo...

El placer estético relacionado con una lectura la asocio más al aspecto formal que al narrativo. No encuentro en Submundo, dejando aparte la ruptura de la línea temporal, nada que suponga cierto riesgo formal. Ya digo que quizás no soy el lector adecuado para esta obra, pero que de entrada se puedan observar cierto número de páginas negras, que recuerdan a la arriesgada página en negro del Tristram Shandy, no me predisponen a apreciar la originalidad.
Es cierto que narrativamente todo en la novela está relacionado y que conforman eso que el autor denomina contrahistoria, ese estado de ánimo de una nación (¿seguro? ¿de una nación? ¿no será el de una ciudad? ¿o el de un barrio de una ciudad?) pero eso no implica necesariamente cohesión entre las distintas partes. Sí, hay un hilo común. O al menos debería haberlo, sólo que en ocasiones ese hilo tiene el aspecto de una nebulosa en el que el lector se pierde. Puede que sea intencionado, no lo niego, pero no me convence.
El placer (intelectual, artístico o físico) es subjetivo, corresponde a cada lector.
He leido por ahí que el problema de DeLillo es que es mal alumno de su maestro Pynchon. Sobre Pynchon opino que es un mal imitador de Joyce.

Ah, Valdecuélabre, la búsqueda de la gran novela americana no terminará jamás, es como lo del Grial, que poco importa que exista.
J, jacinta, gracias por vuestros comentarios.
Cecilia, supongo que seguiremos discutiendo sobre el tema.
Un saludo

Anónimo dijo...

“El placer (intelectual, artístico o físico) es subjetivo”. Sí, señor, está usted en lo cierto.
¿Qué es “un plano estético subyacente”?, ¿y qué es el “placer estético” y por qué no tiene nada que ver con la historia (si es estético y es placer)?
Saludos.

Unknown dijo...

Pienso que DeLillo se encuentra más cerca de David Foster Wallace que de Pynchon con el que no comparte casi nada. Pienso que comparte con Wallace casi todas las hipótesis paranoicas (con extrañas corrientes subterráneas) que flotan en 'Submundo'.

Pienso que el placer estético de un lector se corresponde lo que una obra aporte espiritualmente al que la lee. No sólo divertimento, sino una nueva cobncepción del mundo, de la realidad. El mismo tipo de placer que se siente ante determinados cuadros o determinadas películas, una especie de enriquecimiento personal que va más allá de lo que es la trama en sí misma. No es el concepto de belleza en lo que pienso, sino algo más etéreo, algo que se aproxima más hacia lo que es el Arte y lo que es simplemente Nada. De la misma forma que, para conocer un cuadro hay que aprender a mirar o para comprender una determinada música hay que aprender a escuchar, para leer determinadas obras hay que aprender a leer. Pienso que 'Submundo' es una de esas obras que no es accesible de la misma forma que Proust no lo es, que requiere un esfuerzo adicional por parte del lector. Casi el mismo esfuerzo intelectual que hay que hacer para leer 'Julio César' de Shakespeare o 'La subasta del Lote 49' de Pynchon. Y que la experiencia, a pesar de la irregularidad, es enormemente gratificante y enriquecedora. Pienso que 'Submundo' no es narrativa de usar-y-tirar y que es un punto de inflexión del que beben otros escritores (pienso en Bret Easton Ellis, por ejemplo).

Pienso que el placer estético que se ve en una obra literaria va más allá de la trama. Que es la capacidad para crear ficciones que aparenten ser verdaderas, y que eso es sólo un juego con palabras. Lobo Antunes, que cada vez presta menos atención a la trama (por no decir ninguna) es, creo, uno de los mejores exponentes de esto que me gustaría explicar mejor. Y en esa línea, 'Submundo' es tanto lo que cuenta como sobre todo lo que no pero que se deduce o se infiere de lo escrito. La belleza arquitectónica de algunos párrafos y diálogos, la corriente subterránea que une a los personajes de la novela que fluye como un río con afluentes que no conducen a ninguna parte o que podrían servir de argumento de otra novela de 700 páginas. Todo eso es lo que yo pienso que es la estética de 'Submundo', más allá de lo que es la pura trama secuencial. Y frente a lo que es la descripción detallada de asuntos banales, DeLillo se recrea en reconstruiones metafóricas, en algo que es pero que a la vez no es. El uso de los espectáculos de Lenny Bruce refleja un estado de ánimo muy concreto. De hecho, Lenny es un contrapunto a todo lo que son los personajes centrales de 'Submundo', es casi un opositor a la complacencia de los demás. Y pienso que esas anotaciones sobre Bruce y sus espectáculos, muestran (sin mostrar nada) el estado de un país concreto en unos años concretos.

Anónimo dijo...

Caramba que serio se está poniendo esto. "Submundo" me pareció una novela bastante aburrida. Hay capítulos y personajes realmente buenos, pero los quiebros y requiebros me agotaron, me perdí en ellos, y al final, al igual que J. llegué a pensar que aquello es lo que pretendía su autor y me dejé perder. Puede ser, como dice Cecilia B. que no sepa leer bien este tipo de obras que segun ella requieren un esfuerzo adicional. Voy a aplicarme a ello, no pierdo la esperanza de llegar algún día a ser uno de esos esforzados lectores (a alguien que le gusta, como al recien muerto, John Irving, no se le puede exigir mucho). No considero a DeLillo un imitador de Pynchon en cambio sí que Pynchon a veces aparenta serlo de Joyce (o al revés, no me acuerdo ahora bien). Sea cual sea el caso, cuando se ponen a imitar o a estar más cerca de quien sea me parecen los dos bastante irregulares, pero cuando se olvidan o no de ello tienen momentos soberbios. Lo que no tengo claro es si vale la pena leerse setecientas páginas para encontrar en ellas esos momentos tan gratificantes y que estos justifiquen la validez de la obra en su totalidad. Estoy completamente de acuerdo con que "Submundo" no asume ningún riesgo formal ni tan siquiera la considero original. Desde luego un texto de punto de inflexión no me parece que lo sea. Habría que matizar cual es el punto y qué inflexión propicia. Pero mejor no, seguramente me perdería también y llegaría a un nuevo callejón sin salida.
Hay algunos textos de DeLillo que me gustan. No sé si esto es contradictorio. Quizá.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Menuda parrafada, Cecilia b., si me permites apropiarme momentáneamente de un comentario tuyo que doy por positivo.
Es muy interesante lo que piensas sobre el arte, la literatura y la novela en particular. Quisiera hacerte algunas preguntas (sobre aspectos que no comparto), pero entiendo que éste no es el lugar.
Muchas gracias por desnudar(nos) ideas... de las que, a veces, andamos tan escasos.
Saludos

El Miope Muñoz dijo...

Pero Don DeLillo es el puente entre unos (Thomas Pynchon, Kurt Vonnegut) y otros (David Foster Wallace) así que en todo caso sería Foster Wallace el cercano a DeLillo no?

En todo caso tengo SUBMUNDO para este verano y tengo que confesar que LIBRA me encantó. Me pareció asombrosa y con una narración que calificaría de inteligente.
Además me gusta más la falsa pero veraz aproximación de DeLillo que la de Oliver Stone.

¡Un saludo!

Miguel P. Soler dijo...

Estuve averiguando para comprarme "Submundo" ¿es lo mejor de DeLillo? En realidad, llego a él por la vinculación que la crítica suele hacer con Pynchon, de quien tengo todos sus libros.

Decir que Pynchon es una mala copia de Joyce me suena a opinión un tanto apresurada, tal vez, porque lo veo más como una mezcla de entre Nabokov y Burroughs. Tal vez te referís a su desmesura o su multiplicidad (como diría Calvino), sin embargo, son tan parecidos y a la vez tan disímiles como lo es un vórtice de un sumidero. En el primero (Joyce) el fluido se absorve, se tiende a la concentración, a la interioridad, a la palabra que se ensima y se potencia como un grumo o una esencia. En el segundo (Pynchon) el fluido brota y no cesa, se tiende a la dispersión, a la exterioridad, a la palabra que se depliega y se multiplica sin llegar a la completitud. Como ves, todo depende de cuánto uno escanee en su objeto de estudio comparativo.

Bueno, perdón la disgresión. Pero, ¿cuál es el mejor tiro de DeLillo?

Saludos.-

Portnoy dijo...

Cecilia, no es la primera vez que leo un alegato a favor de la narrativa estadounidense como el tuyo y siempre me quedo estupefacto. Siento que carezco de argumentos y descubro una importante laguna.
Entiendo que leer a Proust exige un esfuerzo por parte del lector. Leer Submundo exige el esfuerzo de ser condescendiente y paciente con el autor que nos ha dado muestras de una más que excelente brillantez narrativa en las primeras cincuenta páginas. Pero no hay más dificultad lectora que la de la falta de interés. Es cierto que Lobo Antunes prescinde cada vez más de la trama, quizás si DeLillo intentase hacerlo mejoraría un poco.
(Lobo Antunes es un buen ejemplo de escritor que exige un gran esfuerzo al lector).
Porque me temo que el problema con la literatura estadounidense es que todavía depende en gran medida de la trama. Desconozco la obra de Foster Wallace, pero por lo que sé de Easton Ellis, de Pynchon, de Franzen y de algunos otros, situarlos en la vanguardia me parece desmesurado.
Susan Sontag, Joyce Carol Oates y por supuesto Philip Roth me parecen estar más cerca de lo que se podría considerar vanguardia literaria que los que mencionas. Sin contar con que en lo que a vanguardias en inglés se refiere deberíamos fijarnos en el otro lado del océano, en Ishiguro, en Boyd, en Amis, en Byatt y aunque me decepcionen, en Rushdie y McEwan.
Lo que sospecho es que existe una especie de movimiento mediático en Estados Unidos, en el que juegan un primordial papel las editoriales, encaminado a ensalzar las obras de algunos autores no exactamente por los méritos de estas obras, como si (y aquí ya me paso treinta pueblos) la “gran novela americana” debiera escribirla un WASP. ¿No resultan sospechosas algunas ausencias? ¿o es que la literatura se crea y distribuye en ghettos culturales?
De todas formas quedan anotados los nombres que mencionas para próximas lecturas.
Gracias por la recomendación, Alvy... a pesar de las cosas que digo sigo insistiendo. Libra parece una buena opción.
Acteón, sigo digiriendo las bellas metáforas de tu mensaje... aunque no comparto tus opiniones. :-)
Haz caso a Alvy y prueba con Libra.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.

Unknown dijo...

Por preferir, creo que es mejor 'Ruido de fondo' o 'Body Art' que 'Libra' que es más previsible como especie de falso documental.

Miguel P. Soler dijo...

Muchas gracias por las recomendaciones, a todos. Ya veremos por cuál me decido...

Portnoy, si estuviesemos siempre de acuerdo, esto sería muy aburrido, ¿no?

Saludos.-

Anónimo dijo...

Para este modesto enterrador, sino el mejor tiro (no me atrevo a tanto) sí un esplendido texto de DeLillo es "Contrapunto". Curiosamente no es una novela y tan sólo tiene setenta y pocas páginas.

Estoy completamente de acuerdo con Portnoy que si lo que se busca es "vanguardia" (esta palabra es que ya me dice o suscita más bien poco) en la literatura norteamericana hay que irse a los autores que nombra, sobretodo a mi admirado Philip Roth.

Foster me parece un "refrito" (perdón) bastante indigesto.

Un saludo.

Unknown dijo...

Pienso que, cuando se habla de la Gran Novela Americana, sólo se hace desde una perspectiva europea, de lo que piensan los editores y críticos europeos. De hecho, el mercado editorial español respecto a los escritores estadounidenses es excesivamente conservador. No es posible encontrar nada de William Gaddis (uno de los más 'vanguardistas') y sí casi todo lo de Philip Roth (aunque algunas cosas sean infumables). El mercado editorial europeo tiende a infravalorar a los escritores estadounidenses o a circunscribirlos a lo que es la narrativa más clásica o, si se prefiere, que toca temas más universales. Así los poetas estadounidenses son constantemente ignorados por las editoriales españolas del mismo modo que narradores que son específicamente estadounidenses. DeLillo se ha salvado gracias a las críticas de Bloom (siendo tan poco 'universal' y en el fondo tan 'localista') pero no así otros autores magníficos. Y pienso en Lily Tuck o en la superprolífica Joyce Carol Oates, en Heinemann, en Annie Proulx (que quizá después de la adaptación de Ang Lee consiga algunos lectores europeos). Y existe una importante narrativa 'afroamericana' (odio este eufemismo ridículo). Toni Morrison (soberbia, desde mi punto de vista), Jamaica Kincaid, Cyrus Cassell o Alice Walker (¡sólo está publicada en español 'el color púrpura!).

El Miope Muñoz dijo...

Supongo Cecilia B. pero mi primer contacto con DeLillo fue formidable, creo que fue capaz de encarnar en una figura todas las contradicciones de la sociedad norteamericana y encimna hacer la novela apasionante desde la primera página con una narrativa que me dejaba continuamente asombrad. Eso si no dudo que "Mao II" o "Ruido de Fondo" sean sus cumbres (tal y como afirman muchos) , y estoy muy pendiente de hacerme ya con "Contrapunto".

Creo que viene al caso lo que Rodrigo Fresán aquí (http://www.elpais.es/articulo/semana/CLAVES/SIGLO/XX/elpbabsem/20050813elpbabese_4/Tes/)afirma sobre "SUBMUNDO":
Quizá el último gran novelón del siglo XX. Ambición tolstoiana para narrar 50 años de historia norteamericana. Tótem para una nueva generación: Boyle, Chabon, Eugenides, Lethem, Wallace, o Powers (El tiempo de nuestras canciones, primer novelón del XXI).

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Qué barbaridad. Sí que levanta pasiones este tema.
Muchos autores diferentes han mencionado, pero no sé hasta qué punto lo son. De lo que conozco, yo percibo el panorama como Portnoy: me parece que los estadounidenses están trabajando más el tema que la forma. En teoría literaria están reelaborando el problema del conflicto narrativo (sobre todo en el cuento). Es posible, como dice Cecilia b que no nos lleguen muchos textos y autores que vayan en una línea diferente, pero sí nos llegan bastantes (bastantes, bastantes, ¿cuándo son bastantes?, sólo se puede decir por comparación).
La narrativa estadounidense es (más ahora) fundamentalmente autorreferente. Básicamente todas lo son, pero quizá no hasta este extremo. Menciona Alvy a Lethem o a Eugenides, por ejemplo. En Eugenides existe como trasfondo de la historia otra historia: la de la adolescencia de un país. Lo mismo en Lethem. En Toni Morrison, que menciona Cecilia b, está (muy bien contado) desde la negritud, el mismo tema, con algunas divergencias a considerar.
No sé hasta qué punto estos textos y estos autores logran crear tipos o situaciones que trasciendan su propia realidad ni hasta qué punto la nuestra se está contaminando de sus puntos de vista, y utilizo conscientemente el término “contaminar” porque, en ocasiones, más que un diálogo me parece una imposición. Al no existir un refuerzo estructural no logro ver la trascendencia. Otras veces, como en Eugenides, me parece que el esfuerzo es vano, porque escribe francamente mal (otro cuento es Carol Oates).
Una literatura autorreferencial y temáticamente adolescente que no ha llegado a la madurez de los conflictos no aporta, para mí, demasiado a la literatura general. O mejor dicho: una literatura que olvida su pasada madurez para volver a la adolescencia de un país. Me ha sorprendido la última novela de Paul Auster en este sentido. Supongo que el auge del nacionalismo tiene que ver en este cuento.
El aporte que sí está claro es la mirada cinematográfica que en algún momento mencionó Portnoy. Es estructural, es verdad, pero vieja y también está en autores europeos de principios del XX, sin ir más lejos en Virginia Woolf (¿y quién recuerda en España al extraordinario Benjamín Jarnés?).
¿Puede satisfacer todo esto a un lector culto europeo, asiático o americano (de habla hispana)? Desde luego seduce, y encontramos émulos en todos los continentes (Fresán, sin ir más lejos), que venden mucho. ¿Significa entonces que se han de abandonar los grandes temas literarios para encerrarnos en microtemas locales?, ¿significa que debemos volver a la historia y a los símbolos locales y desechar las estructuras?
Dos Passos ya está olvidado porque aburre (y su influencia fue grande), de Faulkner se rescatan sus temas, o su contribución a nivel temático, pero se dejan de lado sus estructuras.
Yo no hablaría de vanguardia, aunque entiendo el sentido que le están dando al término.
Harold Bloom, crítico al que admiro, nos propone hacer una lectura de la literatura estadounidense (y, lo que es más extraño, general) desde Emerson. Es sintomático. A mí me gusta Emerson, pero no lo considero un genio, ni creo que su intento por darle sentido (identidad, sea lo que sea) a Estados Unidos nos sirva a los demás. Han pasado demasiados años desde que Emerson nos hablara del nuevo ser adánico que busca su identidad en un mundo nuevo, y a mí no me complace ver mi viejo mundo desde ahí, ni olvidar a mis caducos clásicos (lo cual no quiere decir que no me agrade leer muchas de estas historias cuando están bien contadas).
Reduzco demasiado y generalizo, lo sé, pero no tengo otra forma de acercarme al tema sin escribir una sábana sobre lo que pienso.
Un saludo.
Vernon

Portnoy dijo...

Gracias Vernon por darnos esta perspectiva sobre la literatura estadounidense.
Y gracias también a Cecilia por recordarnos que en España se edita lo que tiene garantía de ser vendido.
Sobre los que cita Fresán, añadiría al Eugenides del que Vernon dice que escribe francamente mal a T. C. Boyle, que no le va a la zaga. Chabon y Lethem escriben, creo que ya lo he comentado, pensando demasiado en la puesta en escena de sus novelas... y ahí están, Chabon de guionista y Lethem con la flamante adaptación de Todo está iluminado.

En fin, creo que olvidé citar una página interesante que se dedica con profundidad y conocimiento a la literatura estadounidense, The Art of Fiction de Mauricio Salvador.

Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios.
ahhh, y suscribiros a HermanoCerdo.

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Para mí, "Submundo" supuso una increíble decepción respecto de un escritor que tiene una absoluta obra maestra, de principio a fin, de la que no se ha hablado por aquí, creo. "Ruido de fondo" es y será la gran obra maestra de Delillo, aunque la desmesurada Submundo ocupe mucho más espacio en las estanterías. En ella toca con precisión y provocando en todo momento nuestra fascinación aquellos temas que son marca de la casa: la presencia de las basuras en una sociedad anestesiada y asustada, los temores atómicos, la percepción de la muerte entre los intersticios de la tecnología. Maravillosa. Aquellos que han comenzado por "Submundo" deberían darle una oportunidad a "Ruido de fondo". Lo merece y me agradecéreis el consejo.

Portnoy dijo...

Pues lo tendré muy en cuenta. Apunto Ruido de fondo el primero de la lista.
Muchas gracias por tu comentario, Miguel Ángel.

Anónimo dijo...

"Submundo" me ha parecido deslumbrante y, al mismo tiempo, enigmática.Una obra sobre la que puede volverse una y otra vez porque siempre está abriéndose a nuevas resonancias, a nuevas posibilidades de sentido. El dibujo de algunos personajes aparentemente secundarios (la monja que trabaja en el Bronx, el padre del niño que consigue la pelota de béisbol, el asesino de la autopista)resulta magistral, lleno de sugerencias y matices individualizadores. Creo que, como afirma Cecilia B., el lector está obligado a un esfuerzo del que, finalmente, se acaba obteniendo la recompensa que depara el arte serio. "Ruido de fondo",en otro tono, es asimismo una gran novela sobre el absurdo al que parece abocada la humanidad en un mundo plagado de tensión paranoica y terror obsesivo ante la muerte.Tal vez la puerta de entrada más recomendable para conocer a este autor.

Insonrible dijo...

Totalmente de acuerdo con tu opinión sobre Submundo. La lectura de esta novela es duro desde el principio, pero sigues leyendo por lo de "a ver si se anima"... Pero nada. Llegas casi hasta la mitad de la novela y, por lo menos yo, no captas las sutilezas que apunta la crítica y que declara el autor. Me niego a terminarla cuando tengo por ahí esperando los cuentos de Richard Ford...

carmelo martínez dijo...

Submundo tine, claro, capítulos interesantes. Por ejemplo, creo que es el segundo, el de los aviones y la charla con la vieja amiga. pero es una novela interminable, agotadora, pretenciosa... literalmente infumable. ¿La gran novela americana? Por lo visto hasta ahora, bien podría ser Pastoral Americana, de Roth que, si tiene algún defecto -que no lo tiene- sería el de querer ser La Gran Novela Americana.
Un saludo.

Fuensanta Niñirola dijo...

Llevo cierto tiempo tratando de empezar a leer Submundo, y la verdad, no consigo entrar en ella. He dado con este blog al buscar otras opiniones, y efectivamente, aqui las hay y muy variadas. Soy lectora habitual de Philip Roth, de Samuel Bellow, e incluso leí El hombre del salto, de DeLillo, (que no me gustó). Pero esto...esto es infumable, como dice Carmelo, mi anterior comentarista. Ni siquiera el famoso partido de beisbol, juego que nunca conseguí entender, asi que lo tengo crudo ¿no? Por lo que veo, no soy la única, asi que me consuela un poco ver que no es simplemente mi torpeza mental, es que quizás De Lillo ha apretado mucho las tuercas con esta obra.