6/5/06

La narrativa moderna

Entonces, si pegamos una etiqueta en todos esos libros, en la cual esté la palabra única materialistas, queremos decir con ello que escriben de cosas sin importancia; que emplean una habilidad y una laboriosidad inmensas haciendo que lo trivial y lo transitorio parezcan lo real y lo perdurable.

Hemos de admitir que estamos siendo exigentes y, además, que nos resulta difícil justificar nuestro descontento explicando qué es lo que exigimos. Planteamos la cuestión de modo diferente en distintos momentos. Pero reaparece del modo más persistente cuando nos apartamos de la novela concluida en la cresta de un suspiro: ¿Vale la pena? ¿Cuál es su propósito?

...

Tras admitir la vaguedad que aflige a toda crítica de novelas, arriesguemos la opinión de que para nosotros, en este momento, la forma de narrativa más en boga falla más a menudo de lo que asegura el objeto que buscamos. Lo llamemos vida o espíritu, verdad o realidad, esto, el objeto esencial, se ha desplazado o avanzado y se rehúsa a verse contenido en las vestimentas mal cortadas que le proporcionamos. No obstante, con perseverancia, conscientemente, seguimos construyendo nuestros treinta y dos capítulos de acuerdo con un diseño que cada vez falla más en parecerse a la visión que tenemos en la mente. Demasiada de esa enorme labor de explorar la solidez, la imitación de vida, de la historia es no sólo trabajo desperdiciado sino mal colocado, al grado de que oscurece y hace borrosa la luz de la concepción. El escritor no parece constreñido por su propio libre albedrío, sino por algún tirano poderoso y sin escrúpulos que lo tiene en servidumbre para que proporcione una trama, para que aporte comedia, tragedia, amor, interés y un cierto aire de probabilidad, que embalsame el todo de modo tan impecable que si todas las figuras adquirieran vida, se encontrarían vestidas hasta el detalle último con sus sacos a la moda. Se obedece al tirano, se fabrica la novela hasta el menor detalle. Pero a veces, y más a menudo según pasa el tiempo, sospechamos que hay una duda momentánea, un espasmo de rebelión, según se van llenando hojas del modo acostumbrado. ¿Es así la vida? ¿Deben ser así las novelas?

...

La vida no es una serie de farolas ordenadas simétricamente, sino un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos rodea desde el inicio de nuestra conciencia hasta su final. ¿No es tarea del novelista transmitir este espíritu variado, desconocido y sin circunscribir, no importa qué aberraciones o complejidades manifieste, con tan poca mezcla de lo ajeno y lo externo como sea posible?


La narrativa moderna, Virginia Woolf


Después de más de ochenta años el artículo de Virginia Woolf sigue teniendo la misma vigencia ahora, a principios del siglo XXI, que cuando fue escrito, justo cuandompezaba a publicarse el Ulysses de Joyce.

Deberíamos preguntarnos hasta que punto, como lectores, somos responsables de este estancamiento de la literatura moderna, hasta que punto somos responsables de los callejones sin salida a los que nos han conducido, entre otros, Woolf, Joyce, Faulkner, Beckett...

El estado del bienestar excluye las dificultades intelectuales... seamos felices, no nos compliquemos la vida.

19 comentarios:

Javier Moreno dijo...

¿Por qué callejones sin salida? Yo veo salidas por todos lados.

No creo que la literatura moderna esté estancada. Lo que pasa es que nos es dificil percibir su desarrollo. Habrá gente que diga que la especie humana se estancó, pero cualquier biólogo dentro de mil años reconocerá que algo evolucionamos. Yo creo que lo mismo aplica al arte.

Varios comentarios de Woolf en ese artículo (magnifico, a propósito) parecen prefigurar experimentos a la Pynchon. Ya llegué a la mitad de Gravity's Rainbow, por cierto. Sigo pedaleando. :)

Link del artículo de Woolf en inglés, acá.

Anónimo dijo...

Después del mensaje anterior y los comentarios que han suscitado, me parece muy oportuno traer el texto de Woolf.

J., para tí es más fácil, ves las cosas sentado sobre los lomos de un elefante. Así cualquiera.

¡Una de experimentos Pynchon a la plancha, por favor, sólo vuelta y vuelta!

Portnoy dijo...

Gracias por el enlace, j.
Como soy pesimista veo el panorama estancado... será que soy difícil de complacer.
Por cierto, el próximo mensaje iba a ir sobre La Gran Novela Estadounidense (americana, dicen ellos)... Pynchon tiene bastante culpa.
Si consigo poner orden a mis ideas sobre el tema, j., Lentitud, estáis invitados...
...(a desplumar a Pynchon)
Un saludo

Anónimo dijo...

El siglo XX supuso una auténtica revolución literaria en cuanto a sus formas (en parte, gracias a los escritores que has citado). Se rompieron tantos moldes, y con tanta calidad, que la literatura actual lo tiene difícil para ir más allá. Por otra parte, las editoriales no arriesgan nada y les gusta pisar tierra firme. Se premia a quien tiene capacidad de vender, y no de innovar, y lo que vende no es la literatura de calidad.
"... seamos felices, no nos compliquemos la vida". Exacto. Las editoriales ya lo hacen por nosotros.

Anónimo dijo...

"-Todos los libros actuales son malos -dijo Cecil. Molesto por la poca atención que le prestaban, pasaba su fastidio a la literatura-. Todos escriben por dinero hoy en día."

De Una habitación con Vistas
E.M.Forster

;-)

Anónimo dijo...

(El usuario anónimo soy yo, el viejo Set. Un abrazo, Portnoy.)

El Miope Muñoz dijo...

Me muero de ganas de leer ese texto sobre la gran novela (norte)americana.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Pues yo dsfruto como una loca leyendo a Auster y a Quignard, para no hablar del delite malsano que me produce Bernhard y en fin...que yo sigo disfrutando con la novela en cuanto pillo una.
Un abrazo, don Portnoy.

Anónimo dijo...

Yo también, disfruto mucho leyendo novelas. Fijése amiga Gabriela que disfruto hasta con John Irving y con ese compartido y malsano deleite de leer a Bernhard. ¡Vaya mezcla! Pero creo, lo más probable es que me equivoque, que lo que aquí el amigo Portnoy plantea es una "problemática" algo distinta a los diversos y variados placeres que nos reporta la lectura.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Existe una tendencia casi innata a ciertas almas llamémosles "románticas" (o hipercríticas, o hipersensibles: dar muestras de complacencia es señal de mal gusto y además revela una actitud condescendiente con el mundo) a considerar el pasado siempre por encima del presente, como una época abundante en maravillas y donde el arte y la literatura era entendida de una manera más noble, menos prosaica. Y eso ha pasado siempre. También ahora. Supongo que la razón es que cuando vivimos en una época somos conscientes de todo lo que se publica en ella, de todo lo que se escribe, se dice, se cuenta. Sin embargo, del pasado sólo nos llega aquello que ha logrado perdurar; nos llega, por decirlo así, lo más excelso. Así que no es extraño escuchar frases como: "ya no se escribe como antes", "la novela ha muerto", "ya no existen los auténticos poetas"... Es una posición cómoda, que además reconforta nuestro espíritu angustiado, nuestra dolorida alma "romántica". Pero estoy convencido de que en el pasado ha habido tan males escritores como hay ahora, y tan buenos como los que escriben en la actualidad.

Anónimo dijo...

Y yo que pensaba que era todo al revés "usuario anónimo", que las almas "románticas" y los que mantienen una posición cómoda eran los otros. Esta noche consultaré con mi dolorida alma y mi espíritu angustiado a ver si entre los tres consigo aclararme. Aunque reconozco que es misión complicada.

Evidentemente hoy en día, como en el pasado, hay muy malos, malos, mediocres, buenos y muy buenos escritores, y deben (digo "deben" porque yo sólo leo una mínima parte) publicarse de estos últimos algunas excelentes obras. No hay duda al respecto, sería absurdo negarlo. Pero eso no contradice el pensar que la novela, la literatura moderna (incluidas las obras de esos muy buenos escritores actuales), ha llegado a un punto de difícil avance, y de ello, tiene mucha culpa, como se dice en el mensaje, entre otros, los Faulkner, Joyce, Woolf, Beckett y compañía, que nos han llevado a unos callejones sin salida. Por lo menos aparente, porque algunos creen que salidas las hay (y por todos lados). La pregunta que se hace Portnoy me parece muy pertinente. Sí, hasta qué punto somos culpables como lectores. Yo me lo pregunto y no encuentro respuesta.

No creo que plantearse estas cuestiones obedezcan a posiciones cómodas, sino más bien todo lo contrario.

Un atormentado saludo.

Anónimo dijo...

Entiendo la discusión (por llamarlo de alguna manera) en el sentido que ha explicado "la lentitud". Por supuesto que disfruto leyendo literatura actual, y naturalmente que en el pasado había escritores tan malos como ahora, pero sigo sosteniendo (como Pereira) que la literatura no ha ampliado las fronteras hacia donde la llevaron los grandes escritores de la primera mitad del siglo XX.
¿Somos responsables como lectores? Quizá. Si demandásemos otro tipo de lectura diferente, más innovadora, menos superficial, donde la calidad prevaleciera sobre otros intereses, pues a lo mejor las editoriales cambiarían su política. ¿Qué tal si el Premio Planeta se concediese a la obra más innovadora, la que buscase nuevas fórmulas literarias para salir del callejón? Algo habríamos avanzado. Pero en estos momentos es tan improbable lo uno como lo otro.

Portnoy dijo...

Me consta que en el pasado se escribió mucho y malo... ¿alguien podría apostar sobre que escritores que ahora consideramos imprescindibles perdurarán? Podriamos hacerlo, pero no cambiaría el panorama actual. Con la última frase del mensaje pensaba que dejaba las cosas claras: Nos dirigen, nos dicen que debemos leer y nos administran las suficientes dosis de literatura para que no nos quejemos en exceso. No he dicho que "ya no se escriba como antes", lo que lamento es que esos caminos abiertos a principios del siglo Xx parezcan completamente agotados. ¿Lo estan? ¿verdaderamente lo están? Ahí tenemos a Torrente Ballester en La saga/fuga, o los experimentos sicodélico-litúrgicos del Cela antes del Nobel... ¿están agotados esos caminos?. Me hubiese gustado saber por dónde hubiese salido un Bolaño maduro que ya no tuviese nada que demostrar, seguramente nos hubiese roto los esquemas...
No, la literatura decimonónica está bien donde está, al menos teóricamente debería estar en el pasado... quiero riesgo.
En fin, que lo de Portnoy ya no parece un lamento, sino oficio de plañidera...
Ah, y muchas gracias por todos vuestros comentarios, Settembrini, Alvy, Gabriela, lentitud, Valdecuélabre, anónimo

Anónimo dijo...

Yo lo que creo es que experimentación (ruptura) y tradición (simplemente, contarnos historias) se van turnando. En los 70 y ochenta todo eran estrecturas, investigaciones, novedades en cuanto al planteamiento, al punto de vista, a la propia escritura. Hoy andamos más bien de nuevo en una etapa de contar a la manera de Flaubert o Dickens, pero seguramente dentro de diez años se volverá a experimentar, etc. Siempre se abren caminos y siempre se transitan los mismos, un poco más allá. Renovar, continuar la tradición, romper o volver al relato puro. Es un eterno retorno pero no al mismo punto exactamente. Ah, me siento rara aquí, Lentitud...¡mi alma no está atormentada!
:-))
Saludos a todos.

Anónimo dijo...

Pienso que la parrafada de la Wolf podría firmarla cualquiera dedicado a las bellas artes. Pienso que la narrativa 'artística' (que es lo que se echa de menos o de más), esa que debería ser canónica o fundacional de algo sólo puede ser apreciada como tal por un crítico con suficiente bagaje literario a las espaldas y que los lectores sólo podemos apreciarla en un nivel que es puramente estético (al modo de un cuadro de Rothko o de Malevich). Pienso que la narrativa como arte está en un proceso de reinvención similar a la de otras actividades plásticas y artísticas. Y que es tarea de los críticos y de los editores filtrar, purgar todo lo que es basura aunque aparente ser novedoso o rompedor y no de los lectores, no de la mayoría de los lectores. Y de la misma forma que existen pintores que hacen basura (y que por el sólo hecho de aparecer en un lienzo no constituyen arte), hay cientos de narradores que, por el hecho de escribir, no están haciendo literatura. Y no, pienso que la literatura considerada como hecho artístico no está muerta y que existen cientos de escritores que no dejan de buscar caminos nuevos a la expresión literaria (además de Pynchon, quizá conviene leer a DeLillo, Oates, Lobo Antunes, Fuentes, Queffelec, Gadda, McCarthy...)

Anónimo dijo...

En una cosa estoy de acuerdo contigo Cecilia B., en que la literatura como "hecho artístico" no está muerta. Aunque reconozco que a veces no me aclaro muy bien qué literatura es "artística" y cual no lo es.
Sí que puedo asegurar que leo y "contemplo" la literatura exclusivamente desde un nivel puramente estético. Y desde ese mismo nivel soy bastante escéptico. Pienso que la literatura que hacen DeLillo, Lobo Antunes, Fuentes y Queffelec no pretende buscar nuevos caminos expresivos. Oates, Gadda y McCarthy, no lo sé, porque no he leido nada de ellos.
La obra de DeLillo precisamente me parece un claro ejemplo del callejón sin salida en el que se encuentra la narrativa moderna.
Por cierto, me encanta leer a DeLillo.

Un saludo.

Portnoy dijo...

Pues en breve comentaré Submundo de Don DeLillo.
En cuanto a las plañideras y las almas atormentadas todo es una exageración "literaria", una libertad que nos tomamos. Todas y todos disfrutamos, y mucho, leyendo... en caso contrario no estariamos aquí, discutiendo sobre un tema que nos interesa.
Esperemos que Cecilia tenga razón, que sea un proceso de reinvención y que no tarde demasiado en completarse.
Es posible que ese proceso esté esperando nuestro impulso, bien creador, bien como lectores exigentes.
Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

Hola a todo. Sus reflexiones sobre el devenir de la literatura resultan interesantes. De Don de Lillo dejé un comentario en la entrada correspondiente a "Submundo", novela en ciertos aspectos subyugante. Únicamente, y dado que el tema de reflexión es la renovación de la literatura contemporánea, deseaba dejar caer aquí el nombre de Miguel Espinosa.
Saludos.

Anónimo dijo...

¿De qué Queffelec hablan?
¿Alguna recomendación?