18/4/06

Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne

“Yo hubiese deseado que mi padre o mi madre, o mejor, ambos – ya que los dos fueron igualmente responsables – hubiesen tomado conciencia de lo que se proponían cuando me concibieron, teniendo en cuenta mi estrecha vinculación con lo que hacían”

Así se inicia una obra fundamental de la literatura, Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne.

Sigamos con el capítulo uno. A lo anotado le siguen una serie de reproches y consideraciones sobre el azar de la vida. El primer capítulo se cierra con una desconcertante pregunta de la madre “¿Has olvidado dar cuerda al reloj?

El segundo capítulo es una digresión sobre el Homunculus, es decir sobre el espermatozoide con forma de persona en miniatura.

En el tercer capítulo aparece el tío Toby como transmisor de las anécdotas familiares, lo que nos cuenta Tristram Shandy es imposible que él, que no ha nacido aún, lo sepa. El padre exclama: “¡Las desgracias de mi Tristram empezaron nueve meses antes de que viniera al mundo!”

En el capítulo cuarto Tristram Shandy confiesa su voluntad de irritar al lector, y se lanza a disertar sobre la forma de narrar. En pocos párrafos cita a Montaigne, Horacio y Homero, más o menos para decirnos que él empieza la novela como quiere. Vuelve de nuevo a la narración explicando el día (la noche del domingo al primer lunes del mes de marzo) y el porqué de esa exactitud. Cuenta entonces lo metódico que era su padre en ciertas cuestiones domesticas:

...”llegó poco a poco a programar con idéntica frecuencia algunas otras pequeñas obligaciones conyugales, con objeto de deshacerse de una vez de todos esos cuidados sin sentirse incordiado el resto del mes”

Aparece ahora una de las constantes en toda la novela, la continua mención a Locke y su filosofía, esta primera vez en forma de asociación de ideas, ya que la madre de Tristram Shandy queda condicionada por la meticulosidad del padre de forma que “nunca pudo oír ya dar cuerda al susodicho reloj sin que sus pensamientos derivasen hacia otras cosas que irresistiblemente se agolpaban en su cabeza, y viceversa”. Lo cual nos lleva hasta la frase del primer capítulo, que sólo ahora podemos entender con todo su sentido ( o con todos sus sentidos, pues esa es la esencia de la novela, la pluralidad de su lectura) de que manera el acto de dar cuerda al reloj queda íntimamente ligado a esas “obligaciones conyugales” que nueve meses después tendrán como consecuencia la llegada al mundo de nuestro protagonista.

Cuatro capítulos son necesarios para aclarar el párrafo inicial.

Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy no es una obra convencional. Es una novela en gran medida intertextual, y lo es deliberada y declaradamente sobre todo en lo referente a dos autores a los que Sterne evidentemente reverencia: Cervantes y Rabelais, y a sus más universales novelas, El Quijote y Gargantua y Pantagruel. Sería muy extenso anotar las continuas referencias, citas, trascripciones y similitudes que se pueden encontrar sobre estas dos novelas y el Tristram Shandy. Pero esta intertextualidad no se limita a un simple homenaje: Sterne amplifica la incorrección de Rabelais, la locura del Quijote y la forma de narrar de Cervantes, logrando una obra terriblemente personal e innovadora que supone un punto de inflexión en la historia de la narrativa, convirtiéndose en una obra fundamental en la historia de la literatura de la misma manera y con la misma importancia que El Quijote y el Ulises.

La digresión es la forma que emplea Sterne para narrar, de forma que la historia avanza retrocede se ramifica por innumerables caminos, se detiene temporalmente mientras avanza por otro plano temporal. Es narrativa y crítica literaria. Es apología del pensamiento de Locke, admiración declarada por Cervantes y Rabelais, ataques continuos a su rival literario Swift, continuas apelaciones al lector, despiadadas réplicas a los críticos, historias dentro de historias... Es todo eso y mucho más: es el laberinto shandyano que construyó Sterne para la posteridad.

Sólo hay que lamentar que no llegase a concluirla nunca, que el trabajo quedase interrumpido dejándonos sin saber el final de los amores del tío Toby, o el desarrollo de tantas historias que Tristram Shandy (Sterne) prometió contarnos.

Pero mucho me temo que si Sterne hubiese dispuesto, no de una sino de cien vidas, jamás hubiese acabado la Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy. Es una novela que, como la Tristrampedia que intenta escribir el padre de Tristram anotando todos los acontecimientos ocurridos diariamente que afectan a su hijo, hubiese crecido día a día en una continua digresión que hubiese terminado incluyendo al mismo mundo dentro de la novela... al final la novela de Sterne hubiese incluido la propia realidad del lector.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una de mis novelas preferidas. Y un constante recuerdo de ironía, de sabiduría, de goce de vivir y de escribir... y de leer y de llenar los espacios en blanco.
Abrazos.

Portnoy dijo...

y los espacios en negro, Gabriela, los espacios en negro también.
:)

Vanessa Alanís dijo...

yo jamás le pondría TRistram a mi hijo. solo con eso le partes la madre... es como la canción de Johnny Cahs "a boy named Sue"

no me gusta Sterne, porque se da muchos azotes culturosos. pero me gusta leer a Portnoy mjmjmjmjmj

Javier Moreno dijo...

Recomendadísimo ver A cock and bull story cuando la estrenen. :)

Portnoy dijo...

Eso esperamos, esa magnífica (dicen) película de Winterbottom... pero la paciencia tiene un límite.
Diminui, es mejor leer a Sterne que a Portnoy, te lo aseguro.
:)

Portarosa dijo...

Pues debo confesarte que yo dejé el libro por la mitad. Supongo que algún día trataré de leerlo de nuevo.

Un saludo.

Portnoy dijo...

No dejes de hacerlo, Porto.
Un saludo.

Anónimo dijo...

He recordado que Vila- Matas en su Bartleby habla también de los Bartleby al revés y de lo que Italo Calvino calificó de “arte de la multiplicidad” o sea el cuento de nunca acabar. Esto entronca con el Tristram Shandy del que Calvino dice: “Tristam Shandy no quiere nacer porque no quiere morir. Todos los medios, todas las armas son buenos y buenas para salvarse de la muerte y del tiempo. Si la línea recta es la más breve entre dos puntos finales e inevitables, las digresiones la alargarán; y si esas digresiones se vuelven tan complejas, enredadas, tortuosas, tan rápidas que hacen perder las propias huellas, tal vez la muerte no nos encuentre. El tiempo se extravíe y podamos permanecer ocultos en los mudables escondrijos”

Un saludo
Lucía

Javier Moreno dijo...

Pensé en escribir, aprovechando esta entrada, un comentario sobre la película de Winterbottom, pero me acabo de dar cuenta de que ya lo había escrito apenas la vi. :)

Portnoy dijo...

Calvino siempre le da la vueltas a las cosas de modo que acabas descubriendo que lo que él dice es precisamente lo que tu deberías haber dicho, lo que querías decir.
Gracias, Lucía.

j... ¿ya has visto la película?
Decían el otro día a propósito de Guantánamo (o algo así) que Winterbottom era el director más versátil de la actualidad, que sus cambios de registro son sorprendentes. Desde luego que tengo unas ganas infinitas de contemplar ese juego metaliterariocinematográfico de su "adaptación" del Tristram Shandy.
Un saludo.

Javier Moreno dijo...

Claro, la vi hace como seis meses en Leeds, en el festival de cine de la ciudad.

Javier Moreno dijo...

Uhm. Creo que me equivoqué en el enlace a la reseña. El verdero enlace es este.

Anónimo dijo...

Estas sorpresas ocurren porque no tenemos la costumbre de leer (ni menos de releer) literatura anterior al siglo XX (o al XIX). Pero antes de Borges también existía la literatura, al parecer. Es más, se dice que lo bueno (y lo malo) que leemos ahora intenta imitarla. La buena intertextualidad, por ejemplo, es una vieja, vieja dama.
Poco se inventó en el XX.
Parece ser que la (poca) gente que leía entonces era menos tonta que la (mucha) gente que lee ahora, o que, al menos, un buen número de escritores respetaba más a sus lectores. Y los lectores de entonces no tenían que soportar el originalísimo y repetitivo adjetivo de cultureta, ni cosas por el estilo. Sorprendente.
Después todo cristo cree saber lo que dice cuando repite como un loro (sin argumentos) lo mala que es El código da Vinci o la última novela de García Márquez. Sorprendente.
Gracias, Portnoy, por traer una de tus mejores obsesiones.

Portnoy dijo...

Sí, ahora somos elitistas... en realidad lo único que pedimos es que no nos traten como a idiotas a quienes hay que enseñar cómo leer (y en algunas ocasiones qué leer)
Que hoy en día se intente escribir como sí Cervantes, Sterne, Joyce o Beckett no hubiesen escrito jamás me parecería normal (debe haber todo tipo de literatura) si no fuera porque ciertos escritores pretenden anular la obra de los que abrieron caminos literarios y situarse, obviando a éstos, en el summum de la magnificencia literaria.
Escritores y editores, todos por igual culpables.
Gracias por el comentario, Vernon.

En fin, j., eres una persona afortunada (y envidiada, al menos por mí)
(Luego, en privado, me explicas que es lo que sujetas en la mano en el avatar...;) )

Javier Moreno dijo...

Jaja. Un juguetito pinball de hellokitty de Mónica. Logré la hazaña de poner las tres esferas en sus respectivos bolsillos lanzando las tres al mismo tiempo. Digamos que es un orgullo personal. Yo sé, es efímero, pero así son todos.

Danae dijo...

¿Al mismo tiempo? Yo jamás lo conseguí. Impresionante.

Javier Moreno dijo...

Yo sabía que alguien más lo apreciaría. :)

Anónimo dijo...

Hola:
Necesito leer el Tristram Shandy para aprobar la ultima materia de mi carrera.
Alguien lo tiene? No se consigue en mi país. Esta agotado.
mi correo es
syscastella@hotmail.com

Gracias