11/4/05

Jack the ripper

Estoy leyendo un curioso libro escrito por Patricia Cornwell en el que, tras una exhaustiva investigación subvencionada por la autora, unos 4,8 millones de euros pagados de su propio bolsillo, revela la identidad de Jack el destripador.
Así, Retrato de un asesino, lleva el subtítulo de “Jack el destripador. Caso cerrado”
Cornwell borra de un plumazo todas las teorías conspirativas, todas las conexiones que apuntaban a la Corona inglesa como presunta ocultadora de la identidad del asesino, para darnos el nombre preciso del asesino. De todas formas, como bien afirma la autora, sólo un análisis con las modernas técnicas de identificación de ADN podría confirmar su teoría. Yo creo que sólo es una teoría fundada en indicios no concluyentes pero construida de forma bastante amena con la tensión narrativa a la que la autora nos tiene acostumbrados.
Sí, leo novelas policíacas.
Patricia Cornwell se hizo famosa (y multimillonaria) gracias a su serie de novelas protagonizadas por la Doctora Scarpetta. Debo decir que hace tiempo que dejé de seguir la serie porque, a pesar de la pericia de la autora para mantener una tensión argumental y la buena construcción de personajes, ambientes y métodos forenses de investigación, en demasiadas ocasiones afloraba ese rancio tufillo ultraconservador estadounidense que acababa convirtiendo largos pasajes de sus novelas en apologías del derecho a llevar armas, la necesidad (?) de la pena de muerte y otras lindezas por el estilo.
La misma prepotencia le lleva a concluir que sus investigaciones son inequívocas, de forma que durante toda la novela (saltándose a la torera toda presunción de inocencia) define a Walter Richard Sickert como asesino en serie. (Poned el nombre del supuesto Jack en un buscador de imágenes. Según Cornwell en muchos de esos cuadros hay pistas evidentes sobre la autoría de los crímenes)

En fin, no recomiendo el libro a nadie que no sea un fanático del tema o de su autora.

Y entre todas las teorías, que hay muchas, me quedo con la de Julio Cortázar:


En la idea figurada que me hago de un mundo mejor, Jack había venido a la tierra para destripar a la reina. Cuando digo Jack, cuando digo reina, quizá usted ya me entiende; y si todavía no está claro entérese de que un tal Henry Mayhew, citado por Franklin en su estudio sobre el Ripper, comprobó que en tiempos de la gloriosa soberana las condiciones de vida en Londres eran tan monstruosas que el número de prostitutas pasaba de ochenta mil. El desempleo, la miseria, el despotismo social, no dejaban a esas mujeres otro reino que el de la ginebra, las enfermedades venéreas o el cuchillo; para una Moll Flanders, ¿cuántas acababan como la Nancy de Oliver Twist? Desde luego, los estadígrafos y la mofletuda soberana no se enteraban de nada. Y nada resume mejor el paraíso victoriano que la frase de una de las muchachas del East End, cuando le aconsejaban que cesara de trabajar en la calle para no encontrase con el Ripper: "Bah, que venga. Cuanto antes mejor, para una como yo".

El texto completo, que es una joya, se llama y se encuentra:

Jack the Ripper blues

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