27/5/14

Una singularidad desnuda, de Sergio de la Pava

Esto es un nuevo fracaso como reseña. De nuevo, por sus características raras y excepcionales, cualquier cosa que se diga no puede superar la lectura. No se trata de que Una singularidad desnuda sea una obra maestra de la literatura, pero se trata de una novela especialmente destacable, tanto por estar afiliada a la contemporaneidad como por su cómica mordacidad. Pero fijémonos que en ocasiones calificar a una novela de "divertida" resulta peyorativo. No es este el caso. A su estructura y a su narración plagada de desbordantes diálogos el calificativo "divertido" supone un añadido que no intenta ocultar defectos (aunque también tiene alguno)... empezamos bien... fracasando al intentar decir que calificar de divertida a Una singularidad desnuda no esconde intenciones peyorativas... vayamos a la digresión:

Es posible que la clave de Una singularidad desnuda sea Ralph Kramden:




Ralph Kramden es un personaje de la serie de televisión Los recién casados (The Honeymooners). Angus Glass, vecino de Casi (abogado y narrador de la novela), tiene la teoría de que visualizando sin cesar los 39 episodios en un bucle sin fin, puede materializar, o hacer reales, a los personajes.
(Nota que contiene una pequeña revelación sin importancia para la trama en general: Glass comparte apellido con los personajes de Salinger y los desvaríos de Angus pueden ser una parodia de la “exquisita” superioridad intelectual de la familia Glass, apellido que también se acerca al de Gleason, el actor que interpretó a Kramden… y si has leído la novela recordarás que la “aparición” de Kramden está sujeta a una nueva confusión entre realidad y representación… pero no anticipemos hechos) 

También es posible que la clave esté en Wilfred Benítez. Pero ya volveremos a eso. 

O que en verdad no haya clave para interpretar Una singularidad desnuda y que la excelencia de la novela, porque lo es verdaderamente, resida en la desmesura y la locuacidad. Esta es, no lo olvidemos, una novela de abogados. Pero no de abogados reales. Todos hemos podido ver a jueces y abogados en las grabaciones de juicios balbucear frases difícilmente comprensibles y acudir a símiles penosos y ordinarios. Al menos en España. Cine y televisión nos muestran los juicios estadounidenses como una representación en la que los magistrados y los representantes legales, además de terminar sus carreras brillantemente, han acudido a clases del Actor’s Studio. Un juicio cinematográfico es como una representación de una obra de Shakespeare.
Y algo de eso permanece en la novela de De La Pava.
Los personajes de Una singularidad desnuda parecen sufrir una verborrea incontenible. De alguna manera esa característica parece apuntar a que de De La Pava tiene influencias, ciertas o no, de David Foster Wallace y William Gaddis. Pero tal vez esa no sea la influencia principal, como decía al principio, la clave está en Ralph Kramden y en el medio del que éste surge, la televisión. 
The Honeymooners es una de las primeras sitcom televisivas. Rodadas en escenarios limitados, originalmente con público en directo, la sitcom se basa principalmente en el sketch verbal. Supone una exageración de la vida cotidiana representada por actores con una inusual (irreal) capacidad oral. Como los abogados a los que nos tiene habituados Hollywood.
Por todo eso, Kramden mediante, la novela de De La Pava, recordemos, narrada por un abogado, es un desmesurado ejercicio de diálogo enloquecido y preciso, que tiene además la comedia como base.
Pero hay mucho más. 
Hay crónicas pugilísticas, sucesos escalofriantes, casos judiciales extremos, personajes caricaturescos y excesivos, situaciones estrafalarias… todo ello sustentando por una subtrama delictiva en la que se intenta llevar a cabo el crimen perfecto.
A esa subtrama pertenece el otro personaje destacado de la novela: Dane.
¿Quién es Dane?

Supongo que en ocasiones puedo ser increíblemente distraído. Pues no fue hasta ese momento, en el que hubo un respiro en la conversación y estábamos esperando la cuenta, cuando advertí por primera vez el perfil tan extrañísimo de Dane. Parecía casi inhumano, aunque en realidad no subhumano ni sobrehumano; algo más metahumano. Tenía una constitución paradigmáticamente normal, como esas figuras de cartón de la consulta de un médico. Sobre ella descansaba un rostro huesudo que parecía desparecer cuanto más se lo miraba. Del cráneo le crecía un pelo lacio color azabache y la nariz afilada estaba dominada por unos ojos dementes azul claro”.

Una singularidad desnuda, de Sergio De La Pava, traducción de J.L. Amores para Ed. Pálido Fuego.

Como ocurre con la equívoca aparición de Kramden, Dane es un personaje “extrañísimo” y “metahumano” que dirige los pasos de Casi en su propósito delictivo y con la perfección como objetivo. Tal y como nuestro narrador enfoca su relación con Dane, en ocasiones tenemos la sensación de que Dane no es del todo real, que puede devenir una especie de Tyler Durden y que todo no sea más que una ficción, pero los hechos desmienten esta teoría (al menos aparentemente). Sea como sea lo que plantea De La Pava es muy interesante. No trata sobre los límites entre realidad y ficción sino sobre la inmersión de la ficción en la realidad, una realidad muy bien, extensa y corrosivamente descrita por su narrador. De ahí el título, esa singularidad desnuda no asociada a un agujero negro que trastoca y perturba todas las leyes físicas en su proximidad y trastoca la “realidad” haciendo que lo previsible y cotidiano, lo normal, deje de tener el sentido que hasta ahora le atribuíamos. 

Una singularidad desnuda es una excelente novela plagada de situaciones absurdas y delirantes, cuyo único defecto, perdonable, es ser digresiva en exceso en algunos fragmentos, pero su mordaz comicidad compensa con creces esos deslices, que nos muestra una realidad subjetiva, un sistema judicial caótico e injusto, una sociedad en decadencia por las paradojas que encierra y que se muestra corrupta, egoísta e insensible al sufrimiento, y una alegoría en la que Benítez representa al individuo triunfando de manera espuria que tiene todo el derecho a fracasar repetidamente. Como Casi, el narrador. Como todos nosotros.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Calificar de "divertida" a una novela nunca debería ser peyorativo… y me recuerda a aquellos que dicen que el Ulises es una buenísima novela pero que no es una novela divertida, cuando es divertidísima (y a quien no se lo parezca, que no la lea). Y así con cualquiera.

Joan Flores Constans dijo...

Pues fíjate que yo vi las digresiones como una virtud, como parte de la trama... En fin, coincido contigo en los valores de la novela.
Aparte, y como anécdota, el origen del nombre del protagonista.

Jan Delors dijo...

Después de leer la crítica me lanzo cual lobo hambriento a su lectura.
Pero... esto... dado que estoy en paro, conocen algún lugar donde... eje... descargársela?

Portnoy dijo...

Prueba en una biblioteca, ni seas piratilla, anda.