8/6/12

Larva, de Julián Ríos

He completado el tránsito de Larva. ¿Qué más puedo decir?
Germán Sierra ya lo dijo todo sobre la novela de Ríos.

Pero tengo una extraña sensación. Entre la de haber fracasado como lector y la de encontrarme ante una novela (¿?) de la que no se puede-debe hablar mal.

En un momento de la obra Don Juan vende su alma al diablo por escribir un libro. Tal vez Larva, ya que la tenemos en las manos, ya que es una realidad, la parte del diablo. Pero todos sabemos que el pacto firmado con sangre es un engaño mefistofélico. La letra pequeña siempre perjudica al firmante. Y así Larva es el libro publicado y el engaño del diablo es el texto ininteligible. O algo así… no es más que una especulación personal.

De alguna manera la estructura de la novela (llamémosla así) determina la falta de fluidez narrativa (aceptando que existe un mínimo hilo narrativo): En las páginas impares el texto que podemos considerar principal, en las pares las notas y acotaciones al texto que acompañan en sus correspondientes impares, y una serie de relatos, Notas de la almohada, que complementan la historia. Es, pues, una estructura que invita a una lectura quebrada, fraccionada, interrumpida, de tal manera que se diluye en el conjunto del texto la línea narrativa principal (lo que nos lleva a preguntarnos si realmente existe) (es decir, obviamente existe, pero si seguimos la estructura impuesta por Ríos, nos perdemos en la tormenta de frases, ideas y sugerencias que (¡atención!) CADA UNA DE LAS PALABRAS generan)

Probemos un ejemplo (si el corrector de Word lo permite)

Finito in finito!, bufoneó Don Juan arrebatándole el mamotreto de contabilidad al alquimista. Miró los guarismos, pasó violentamente la hoja. Ok! Y con una pluma ((de ganso?)) de su sombrero, In hoc signo vinces! (*), rubricó (**) la partida doble:



(*) IN HOC SIGNO VINCES:
Signo cambiante
Lo veía de nuevo en lo alto, veleteando a la entrada de la villa de los misterios, en Fulham, durante la mascarada de una noche oscura de San Juan.
Signo Veleta.
Quevedos (algo chafados) del gran buscón en sueños, ocho echado y máscara, larva retorcida en sortija doble, signo de una noche sin fin ni inicio (infinit!), en cinta de Möbius, que alumbra el alumbrado en el fuego eterno de un auto de fénix.

(**) Ve! Que ringorrango!:
Nudo gordiano? Infinito? / Sólo cuando se abre el libro. En el fin de la escritura, empieza el infinito de la lectura.




Tengo que confesar una cosa. Mi problema con Larva es esencialmente particular. Soy un maniático. Una de las cosas que más me hacen sentir avergonzado en un texto son algunos tipos de juegos de palabras y en Larva se exploran todas las relaciones verbales y contextuales posibles. En cierta manera el texto se autoexplica y justifica (algo que me parece innecesario). Es en esa exhaustiva muestra de referencias, que van desde los conceptos más cultos a las relaciones fonéticas más pueriles, donde el texto de Ríos me agota, me confunde, me hace perder el hilo.
En los pasajes más abtrusos del Ulysses y, sobre todo, en Finnegan’s Wake, Joyce vuelca directamente sobre el papel los fugaces y distorsionados pensamientos de la duermevela, que precisan una versión anotada para que el lector entienda todas las relaciones y referencias existentes en cada frase. Por su parte Roussel ordenó que se publicase póstumamente Comment j'ai écrit certain de mes livres, donde explicaba la forma en que desarrollaba sus fantasiosos textos.
Larva, no se puede negar, es heredera de Joyce y Roussel, tanto de Finnegan’s Wake como de Locus Solus, y contiene tanto la versión anotada del texto como la explicación no tanto del proceso de creación como de las referencias del autor. Exhibe un prodigio laberíntico de escritura y, al mismo tiempo, el plano-guía para llegar al final. Un plano que oculta los baches del camino y que no avisa que cada consulta supone un tropezón para el lector.

Yo debería defender fanáticamente Larva, pero no he sido capaz de entrar en el juego que propone. Esto me coloca en una situación paradójica porque mientras parece ser que defiendo el tipo de literatura que desarrolla Ríos en Larva, como lector me siento completamente derrotado por el texto.
(Un pensamiento fugaz: Tal vez hubiese disfrutado más de Larva hace 20 años) (lo cual no es más que una excusa barata (y patética))




En el fin de la escritura, empieza el infinito de la lectura”: y la verdad es que siento que no he completado el tránsito de Larva. Creo que voy a volver a leerlo, pero esta vez únicamente las páginas impares, sin distraerme con notas y digresiones (que, por otra parte, ya conozco)
Deseadme suerte.
(el infinito de la lectura)

7 comentarios:

Lansky dijo...

Hay muchas literaturas, y no hablo de la finlandesa o la bantú, ni de la realista o de la experimental, sino de afanes y propósitos distintos, y, por tanto, de logros. Esta que comentas es una de ellas (Cabrera Infante también era propenso, y cierto Juan Goytisolo, y algún libro de Carlos Fuentes). No es mi preferida, aunque es interesante. Lo que me molesta (y no digo ni mucho menos que sea tu caso) es la actitud de aquellos críticos que rechazan una obra porque no se ajusta a sus propósitos (a los propósitos del crítico, no del creador). Hay muchas literaturas como hay muchos tipos de cine, desde la Guerra de las galaxias a Fasbinder o Jules et Jim. Y no soy un ecléctico, que conste. Unas cosas me gustan ma´s que otras, pero no me gustan las obras que “mienten”, las que prometen introspección y dan sensiblería, o las que aseguran aventuras y sólo proporcionan movimiento o acción tonta ¿Me explico?

Portnoy dijo...

En ese sentido no tengo nada que objetar. Larva es una novela sincera que no lleva a engaño.
Pero ya te habrás dado cuenta que hablo más de mis deficiencias lectoras que de las cualidades de la novela.
un saludo y gracias por el comentario

´´ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Hola, hace tiempo que entro en tu blog. Me parece buenísimo. Aunque es la primera ocasión que envío un comentario. Ni siquiera sabía que había que abrir una cuenta para comentar. Pero ya está hecho.
Respecto a Larva, yo sí la leí de más joven y la disfruté. Pero es que a mí, hace quince o veinte años, hasta Faulkner (salvo El ruido y la furia) me parecía escritura "normal". Con el tiempo y más lecturas he comprendido que la experimentalidad ha aportado mucho a la Historia de la Literatura, pero considero que sólo hay que utilizarla de manera justificada a la hora de escribir. Seguramente en la actualidad, con casi cuarenta y cinco años, me costaría leer Larva, o haría como tú en tu posible próxima lectura, es decir, obviar las notas.
Agradezco todos los comentarios que haces de esas 'novelas imposibles'. Me ayudan como lector. Incluso cuando yo ya había leído la novela en cuestión. Y sobre todo, durante estos últimos años que me he embarcado en la escritura de una meganovela (1014 páginas), ir pasando por tu blog me ha ido renovando energías para seguir escribiendo hasta que el mes pasado la concluí. Espero no ser muy osado en lo que te voy a proponer. Tras acabar la novela, pensé que iba a ser imposible, o casi, su publicación. No obstante, antes de intentar (y mira que sólo digo intentar) publicarla, me gustaría (ahí va mi osadía) que tú la leyeses. Te aseguro que te va a resultar interesante su lectura. Tenemos el mismo universo formal literario. Sé que son mil páginas, pero estoy seguro de que te va a merecer la pena. Si aceptas mi propuesta, o reto, podría enviarte la novela donde me indicaras. Aunque es una edición casera, se puede leer como un libro normal (de mil páginas, claro). Ojalá que aceptes porque al menos sabría que alguien cuyo criterio me merece respeto va a leerla. Bueno, espero tu respuesta. Además de aquí, si quieres, me puedes contestar a fauspe@alumni.uv.es. Mi teléfono también te lo puedo proporcionar pero a través de la dirección que te he dado. Me resulta un poco complicado todo esto de los blogs, pero ya iré aprendiendo. Bueno, espero seguir en contacto contigo. Perdón por lo de anónimo (realmente me llamo Alberto), pero me pierdo con lo de enviar comentarios en bolg.

Anónimo dijo...

Hola, hace tiempo que entro en tu blog. Me parece buenísimo. Aunque es la primera ocasión que envío un comentario. Creo que Larva debería leerla Germán Sierra, ese genio incomprendido.
Perdón por lo de anónimo ( me llamo Baudilio), pero me pierdo con lo de enviar comentarios en blogs.

Anónimo dijo...

Tú mismo lo has dicho, Portnoy, deberías haberla leído de joven. Me atrevo a decir incluso que deberías releerla.

Yo la leí con 25 años o así (llegué a ella después de Joyce, Cortázar, Lezama, los surrealistas...) y me gustó y sobre todo divirtió muchísimo, es un ejemplo de lo que se puede llegar a conseguir jugando y experimentando con nuestro idioma.

Aunque en estos tiempos de libros de usar y tirar dudo que un joven de 20-30 años, criado con una consola, tenga la suficiente paciencia para asimilarlo y disfrutarlo como se merece.

Acerca de la obra, estoy de acuerdo con Lansky, son los lectores los que deben adaptarse a las obras y no al contrario. A no ser que seas un autor de best-sellers, también conocidos como churreros literarios, que paren como conejas lo que saben que se vende. Aunque tiene que haber de todo (churros grasientos y sushi), y ahí está el quid.

Parece que sugieres que Larva exige más de una lectura como si eso fuera un gran crimen: ¿quién se ha leído sólo una vez El Quijote o Rayuela? ¿Quién no necesita releer a Borges u Octavio Paz para recargar energías?

https://javierenriquezserralde.com/ dijo...

www.neolog.mx